Retomamos con este artículo una serie que habíamos dejado de lado hace algunos años. Se trata de la serie de protocolos y redes locales, ya que durante los últimos años el desarrollo ha sido prácticamente nulo. Es cierto que en entornos empresariales ha habido algunas mejoras, pero es únicamente ahora cuando se empiezan a ver en el público general. Las más importantes son referentes a la velocidad, ampliando los horizontes del archiconocido Gigabit Ethernet.
Un poco de historia
Como ya vimos en nuestro artículo de redes locales, hay tres variantes actualmente para las conexiones por cable (Ethernet): 100 Mbps, 1 Gbps y 10 Gbps. Curiosamente, la definición de dichos estándares no se dista mucho en el tiempo, entre 1995 y 2002. Sin embargo, su adopción en los ámbitos profesionales y en los hogares ha sido totalmente distinta. En su mayor parte, la adopción de uno u otro estándar ha sido dictada por las velocidades de las conexiones a Internet residenciales.
Cuando las conexiones de Internet no superaban los 100 Mbps, no tenía mucho sentido dotar a nuestra red local de más velocidad. Esto hacia que casi todos los routers ofrecían únicamente el conocido “Fast Ethernet” o conexión de 100 Mbps. Con la llegada de la fibra y las conexiones más avanzadas de DSL, el límite de los 100 Mbps fue superado y por tanto llegó la necesidad de equiparar los routers con conexiones más rápidas. De este modo, hoy en día todos los routers incorporan puertos de Gigabit Ethernet, es decir, 1000 Mbps (1 Gbps).
Así pues, tal y como las conexiones a Internet sigue evolucionando, no es difícil encontrar ofertas de fibra óptica 600 Mbps simétricos, lo cual se acerca al siguiente límite de los 1000 Mbps. Los fabricantes tienen que empezar a pensar poner conexiones más rápidas que nos permitan aprovechar la totalidad de esta velocidad, mediante las conexiones de 10 Gbps. También hay que recordar que, para disfrutar de estas velocidades, necesitamos un adaptador similar en nuestros ordenadores, ya que las tarjetas de red tradicionales son únicamente de 1Gbps.
Cables y conectores
Para las conexiones actuales, incluso Gigabit Ethernet, con un cable de categoría 5e nos vale. Estos cables usan conectores RJ45 (parecidos al teléfono, pero con 8 cables) y prácticamente eso es todo. No hay mucha más variedad, ni necesitamos cables de categorías superiores, y las herramientas para hacer estos cables se pueden conseguir extremadamente baratas en cualquier sitio.
Sin embargo, cuando nos movemos hacia las velocidades que ofrece 10 GbE, la cosa se pone seria, ya que se abre mucho más el abanico de posibilidades para interconectar nuestros equipos. Si nos centramos en el tipo de conector, podremos diferenciar dos grandes grupos:
- 10GBASE-T. Conector tradicional RJ45, idéntico al usado actualmente.
- SFP+. Nuevo interfaz que nos permite conectar diferentes tipos de cable.
Como curiosidad, las tarjetas de red necesarias para 10 GbE suelen tener disipadores bastante grandes, ya que la potencia necesaria para los chips que controlan la transmisión sube considerablemente. Y de entre las dos opciones mostradas anteriormente, SFP+ tiene un consumo de casi diez veces menor al RJ45. Lo más importante de este nuevo conector SFP+, es que permite, mediante adaptadores, conectar diferentes cables:
- Fibra Óptica SFP+. Nos permite la conexión de distintos tipos de fibra óptica (monomodo y multimodo) entre nuestros equipos. El adaptador tiene dos huecos para fibra, para habilitar comunicación bidireccional.
- DAC SFP+. Aquí volvemos al cobre, pero con un cable especial que tiene conectores SFP+ en ambos extremos. Se usan en distancias cortas (10-15 metros máximo) y para interconectar equipos que suelen estar en el mismo rack.
- RJ45 SFP+. Este módulo habilita la conexión de un cable tradicional RJ45 Cat6, Cat6a, Cat7 entre dos equipos, distancia máxima de unos 100m, dependiendo de la calidad del cable.
Conclusiones
Es cierto que, para el usuario corriente, las velocidades que ofrecen los routers tradiciones son más que suficientes. Siguen estando muy por encima de las velocidades tradicionales que los operadores de Internet ofrecen, por lo que no hay cuello de botella. Esto es cierto tanto para conexiones inalámbricas, como para conexiones por cable, de las que hemos hablado en el presente artículo.
Sin embargo, para los usuarios más exigentes las conexiones actuales por cable suponen una limitación muy grande, por lo que una migración a 10 GbE no es para nada descabellada. Esto supone que podríamos tener nuestros ficheros de trabajo en un NAS y acceder como si estuviesen conectados físicamente a nuestro equipo. Además, los costes están bajando enormemente en los últimos años, por lo que ya no tendremos que empeñarnos para actualizar nuestra red local.
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