Como una noche de luna para el poeta
Piornal en el niño ausente de mi memoria,
donde parte de mi historia quedó presa
donde vi vida y muerte , pena y gloria.
Real guarida del loco para embriagarse
del vino, de una sonrisa; la de su gente,
refugio santo del arte donde escaparse
y donde romper relojes para perderse.
La voz de don Ciriaco dando lecciones
de leña, fuego y sabores; añejas siempre,
de espíritu noble y bueno y de perdones
la de las manos del campo; raíces fuertes.
La lluvia eterna de enero estrepitosa,
la nieve vista preciosa y los tablones
para un traje de colores que allá es gran cosa
entregado al cielo puro de sus amores.
Los chiquillos simulando ser grandes héroes
con tambores que recuerdan viejas pisadas
y presagian el futuro de aquel folclore,
la continuidad y orgullo de ser Jarramplas
“Alborás” a Sebastián tan arropado,
y la Rosca que en el templo jamás le falta,
la ilusión del piornalego por adorarlo,
la pasión de un día marcado por ser de gala.
Rincón de fé , de ternura y de trabajo,
donde parte de mi sangre se siente en casa
y se llena de poemas y de fandangos
mi mitad extremeña tan desarraigada.
Quisiera volver otro año,
su embrujo me llama.
Elemaki, CC BY 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/3.0>, via Wikimedia Commons
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