La falsa acacia, también llamada acacia bastarda, pan y queso, acacia de bola, etc. (Robinia pseudoacacia) es un árbol (fanerófito) caducifolio, perteneciente a la familia Fabaceae, originaria de la región neártica (América del Norte), que alcanza hasta 25 m de altura, con un tronco de 1 m de diámetro en la base y una corteza negruzca profundamente fisurada. Hojas alternas, pecioladas, imparipinnadas (3, 5-32 cm de longitud), con 3-11 pares de folíolos (1-8,5 x 0,4-4 cm cada uno), elípticos u ovados, agudos en el ápice, en la base con espinas o acúleos fuertes, frecuentemente algo recurvadas hacia el extremo, que desaparecen en algunas variedades. Inflorescencias en racimos axilares, colgantes, con 11-35 flores. Flores fragantes, de cáliz bilabiado (4-8,5 mm); corola amariposada (de 15-20 mm), blanca o con tonalidades amarillo- verdosas en el nervio medio del estandarte. Fruto tipo legumbre (3 ,5-12 x 1-1 ,5 cm), linear-oblonga, pardo-rojiza, algo aplastada, portando una especie de ala estrecha en el dorso, conteniendo 1-18 semillas (4-5,5 mm), arriñonadas, de color marrón, con testa lisa.
De forma espontánea aparece en ambientes viarios (taludes, cunetas, orillas de pistas), ruderales (solares urbanos) y, ocasionalmente, bosques de ribera degradados. Florece desde marzo a julio. La reproducción es sexual, pero también utiliza la asexual vegetativa (mediante brotes radiculares). La diseminación se conoce poco pero posiblemente sea zoócora e hidrócora.
Se trata de una especie adaptada a vivir bajo climas templados húmedo y continentales, hecho por el cual muestra tolerancia a las heladas y a las oscilaciones térmicas, soportando el encharcamiento, no soportando la sequía y la salinidad del suelo. Estos requerimientos ecológicos permiten a esta especie colonizar amplias zonas de Andalucía.
Esta planta ha sido importada por todo el mundo como árbol ornamental, principalmente para avenidas y a veces también en parques, y posiblemente también como forestal para la revegetación de taludes y bancos fluviales, por su rápido crecimiento. Su madera es muy resistente a la intemperie, usándose para carretería, ebanistería, tornería, mobiliario urbano, etc. y también para leña. Su uso forrajero se complica por la presencia de lectina en sus semillas, que las hace tóxica, produciendo anorexia, depresión, diarrea, cólicos, debilidad y arritmia cardíaca a los caballos que la comen. En cambio sus flores se usan en algunos países para hacer postres. Sus raíces son fijadoras de nitrógeno atmosférico. Las abejas producen una miel específica al libar en estas flores.
Tras su extensa importación, pronto se advirtió que la planta brotaba espontáneamente en sitios diversos, por lo que se ha ido incorporando recientemente en las listas de plantas invasoras, a pesar de que sus fuentes, enormes extensiones que se plantaron, se mantienen aún en las cunetas de las carreteras, caminos, parques, riberas, etc. La distribución andaluza de esta especie está muy localizada, y las escasas citas literarias existentes no permiten realizar un diagnóstico definitivo de la situación; por su escasa presencia, y teniendo en cuenta los ambientes que ocupa no parece que esté generando problemas de tipo ecológico en Andalucía , no así en otras zonas de la mitad norte peninsular y de Europa, donde los efectos negativos son muy acusados. No obstante, los valles y áreas riparias a media altitud podrían ofrecer un escenario favorable para la invasión de la especie en el caso de que se emplee dentro de estas zonas. Su empleo en las zonas costeras o montañosas secas no parece revestir ningún peligro dada la demanda hídrica de esta especie.
En Andalucía esta especie se encuentra ampliamente repartida por todo el territorio, desempeñando sus funciones ornamentales para las que se introdujo. Sin embargo, las citas sobre poblaciones espontáneas, de mayor o menor envergadura, son muy contadas, situándose en puntos muy dispersos, uno de los cuales es el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, que parece que es el espacio que más cantidad de especies invasoras alberga en toda la comunidad autónoma andaluza.
Para su tratamiento se recomienda aplicar métodos físicos y químicos. En principio, teniendo en cuenta su situación en Andalucía, las poblaciones parecen controlables mediante arranque de plántulas e individuos jóvenes y seguidamente tala y destoconado de adultos, aplicando previamente herbicidas translocables contra leñosas foliares o embadurnando los tocones que queden tras la tala, lo que contribuirá a evitar rebrotes de raíz; no obstante, antes de proceder a la aplicación de estas sustancias es necesario realizar un análisis del grado de invasión y conocer si los rodales están en una fase de expansión (lo que se reconoce por la existencia de individuos jóvenes) o se trata de una población estable que no presenta síntomas de avance. El grado de dificultad es calificado de bajo-medio a escala de rodal o parcela, alto más alto a escala local, y posiblemente muy alto a extremo a escala andaluza.
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