Después de todo un duro largo camino de bachillerato, los chicos y chicas tienen que sufrir la criba de la selectividad, un duro proceso en el que dependiendo de la nota media que logren alcanzar, decidirán de alguna forma su futuro. Un futuro que aunque corran tiempos difíciles, siempre soñamos que sea mucho más cómodo si te respalda una licenciatura o grado universitario.
Ir a la universidad otorga a muchos estudiantes la oportunidad de ser independientes — o prácticamente independientes — por primera vez. Pero es fácil dejarse atrapar y olvidarse de las responsabilidades que conlleva la independencia. Para que este cambio de la rutina de la escuela secundaria a la libertad de la universidad sea exitosa tienen que responsabilizarte de sus propias acciones. Eso significa aprender a manejar su tiempo y sus prioridades.
A pesar de la inseguridad que puede aparecer cuando se sienten fuera del hogar por primera vez, hay que tener presente que es en este periodo cuando se reafirma la personalidad y el estatus social de los nuevos estudiantes de grado. En esta etapa cada cual debe enfrentarse a las responsabilidades propias de la carrera, debe comenzar a rehacer su vida social y crear un grupo de nuevos amigos, en definitiva comenzar a tomar las riendas de la propia vida que se le presenta, asumir decisiones en relación con la construcción de su propio futuro.
Recordando que existen distintos tipos de inteligencias, es importante darse cuenta de cuáles son sus habilidades y si están acordes con las que exige la carrera. Lo principal es no frustrarse ante los malos resultados que pueden aparecer al principio, sino tener presente que la vida está llena de experiencias de las que siempre podemos aprender, aunque estas no sean siempre buenas, la universidad no es la excepción a la regla y por tanto no hay que desmotivarse.
La parte que nos toca vivir a los padres tampoco es demasiado fácil de llevar, pasamos a un plano donde no estamos acostumbrados a estar. Dejar a los chicos independizarse, confiar en lo que están haciendo, no poder hablar con sus tutores ni llevar un seguimiento, en fin un cambio en nuestras vidas de nuevo con los hijos, aunque lleno de esperanza y de miedos deberemos siempre confiar en ellos y ahora más que nunca buscar un rato para charlar y estar atento a sus cambios.
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