Y se cerraron las puertas mas no muchos corazones que, sin pretenderlo, se quedaron para siempre adheridos al mío por la fuerte pasión docente que tan locamente me domina cual si de mi inspiración poética se tratase.
Era cierto. Se había hecho realidad mi temor o quizás mi deseo más escondido: Cataluña me dijo adiós de la misma forma que me acogió un día, de golpe, seca, absorta en su propia paranoia, carente de gracia y empatía, desganada, desmotivada, tirana y sin juicio.
Pensé que el mismo crujido seco y las desagradables miradas que me enseñaron al principio donde estaba, me acompañarían también en el último momento pero no fue así. Fui consciente de que alrededor de aquel halo de desprecio por aquello que yo representaba, dormitaba tranquila, feliz, predominante y desenfadada otra Cataluña más cercana, más pura, más sincera y cariñosa, aquella que veía día a día a pesar de la de manos poderosas. ¡Ay, que terrible es el poder en manos de la tiranía! Aquello de que si le caes mal a la reina del palacio te cortan la cabeza se cumplió tal cual, sin ceremonias, sin esperas, de cuajo, de golpe…haciéndome sentir merecedor del destierro, no digno de la corte. Mientras una Cataluña me daba muerte y me hacía sentir mal integrado, la otra me emocionaba, me aplaudía, me confiaba sus miserias.
Mas ¡Cuánta satisfacción sentí al verme degollado! ¡Cuánta paz al ver mi sangre correr por calles de Sant Cugat, aquellas que durante un año me inspiraron y me sirvieron, junto a Terrassa, de foco de mis versos!
Y pensaran ustedes, ¿Qué loco se siente feliz al ver su cabeza rodar?
La respuesta es sencilla: un loco enamorado, un romántico de la educación, un soñador, un poeta. No es lo mismo ser sacrificado por malhechor, dictador y sinvergüenza sin que nadie te llore, que serlo habiendo sido tú mismo y habiendo cumplido de sobra con tu propósito de formar personas, de dar lo mejor de ti y de ver a estas como seres individuales y no como un número o una cifra económica.
Solo tuve que quitarme la venda que el reo puso sobre mis ojos y mirar al frente : fue ahí cuando vi a mi pueblo llorándome y dándome la mano. Contemplé el retrato familiar elegido del día a día conformado por las caras que con simpatía, ternura y respeto me habían acompañado durante un largo año y que ya eran no parte de mi vida sino parte de mi, de mi poesía, de lo que soy.
¿Acaso no sintió eso también el Nazareno después de muerto ?
¿Acaso no es morir arropado, querido, respetado y llorado un verdadero honor?
¿No es morir siendo uno mismo y habiendo cumplido tu labor con pasión, entrega y devoción el propósito de todo hombre?
Se multiplicaron y se contaron por decenas las muestras de amor y de cariño de esa otra Cataluña que es la mía : la de barrio que discutía conmigo sobre el independentismo con una risa en la boca y sin perder las formas y la Cataluña adolescente y bien posicionada del aula, que lejos de estar adoctrinada de frente y a la cara, permanece engañada no sobre una idea de país como nos cuenta la prensa, sino sobre un modelo educativo, sobre lo que deben o no deben hacer, sobre lo que pueden conseguir, sobre lo que son o dejan de ser, lo que está bien y lo que está mal, lo que deben o no deben pensar sobre todas las cosas: la religión, la política, el arte, la sociedad,lo que es mucho o poco para ellos e incluso sobre su valía para los estudios, alimentando la maquinaria de creación de frustraciones innecesarias. ¡Ay, mis queridos pupilos! Cuanto me gustaría que supieseis que tras cada ocasión en la que pronunciabais mi nombre y me tratabais de usted con respeto pero con cariño y confianza me hacíais sentir pleno y ya de poco importaba si había logrado o no enseñaros algo sobre la literatura, pues ya tenía la constancia de haberos enseñado algo sobre la vida, sobre las relaciones humanas y sobre aquello de lo que muchos hablan y pocos conocen: los valores. Intenté educaros literariamente pero también intenté hacerlo en valores: en respetaros los unos a los otros, en arriesgar, en ser vosotros mismos en cada momento, en escucharos, en apoyaros, en ser sinceros siempre asumiendo las consecuencias de los errores y recogiendo el fruto de los aciertos y los triunfos sin vergüenza y con orgullo. Me negué a enseñaros una literatura insustancial, aburrida, adaptada y me aventuré a adentraros en el mundo de la poesía, la narrativa y el teatro más pasionales, más desgarradores, más reales. Que otros no entiendan lo que leen como para explicároslo no quiere decir que vosotros no podáis entenderlo. Me dejé la piel en haceros entender lo complejo y en transmitiros la pasión que yo de niño sentí al descubrir el mundo de la literatura; porque la literatura no sólo son florecitas, arbolitos, ríos y lindas palabras que riman o aparecen juntas sino amor, odio, guerra, traición, infidelidad, plenitud y angustia vital, hambre, sexo, muerte, vejez, asesinato, ilusión, error y acierto. La literatura es vida. Y no importa la edad que tengáis. Mientras estéis expuesto a todo lo antes descrito toda esa literatura también se escribió para vosotros, porque un corazón adolescente a veces también siente la necesidad de escribir y focalizar y descargar sobre el papel su ilusión y su desilusión, su amor o su angustia, su alegría o su inmensa tristeza.
Desde el usted con el que me dirijo siempre a vosotros sentía el éxito de mi propósito y la descarga absoluta de mi vocación docente cuando comprobaba que la respuesta era, no sólo sentirme respetado, sino también sentirme querido y admirado. Que sintierais pasión o interés por la literatura que amo me sobrecogía. Me devolvisteis las ganas de escribir que la Cataluña fría me había robado.
Recibir en mis manos un poema hecho con amor y desde lo más primigenio del don de la escritura de una adolescente a la que yo mismo le había enseñado a medir los versos y a la que le hablé de Lorca, de Alberti, de Miguel Hernández, de Machado, de Becquer, me hizo llorar.
El simple hecho de haberle podido inspirar a escribir su primer poema o haberle ayudado a parir palabras de emoción me sobrecoge y me hace sentir satisfecho por mi trabajo, que es al fin y al cabo, lo que siempre pretendí y lo que he conseguido en esa otra Cataluña a la que adoro y que no sale en televisión, la que nada se parece a la que me cortó o pidió mi cabeza, la que me habla en Castellano y la que respeta y aplaude que sea yo mismo y que represente lo que soy, de donde vengo y lo que amo y por lo que siento vocación.
Es esa Cataluña en la que si me miro puedo incluso llegar a encontrarme, la que me abrazó, la que me colmó de mensajes de afecto, la que me hizo regalos, me escribió poemas y lamentó mi muerte agradeciéndome el sacrificio. La que, y aunque no lo crean, colocó una mesiánica corona sobre mi cabeza y me hizo feliz cada día que compartí con ella.
Muchas gracias a esa Cataluña. Gracias a esa Cataluña que permanecerá para siempre en mi corazón español, en mi poesía andaluza, en mi amar gaditano.
Por vosotros y ante vosotros me dejé la vida y descargué mi amor sin reservas.
Me voy para no volver, pero bien sabes que en verdad, jamas me iré.
Gracias .
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