Vamos a ofrecer algunos consejos que beneficiarán el desarrollo del lenguaje de los niños si sabemos aplicarlos de forma idónea. Existe más probabilidad de que las palabras sean aprendidas si los cuidadores se centran en aquello en lo que está interesado el niño ofreciendo una palabra en ese momento relacionada con la interacción más que intentar dirigir la atención del niño y enseñarle activamente el vocabulario.
Existe algo denominado “expansiones”, tienen valor positivo siempre y cuando su contenido semántico coincida con el contenido semántico de la producción previa del niño, esto quiere decir que es bueno interpretar las conductas de los niños para otorgarles significado y ampliaremos la información ofreciendo más información de la necesaria, no seremos concisos si no que si el niño nos pide un lápiz, le podemos añadir una expansión del tipo “¡si! toma el lápiz rojo”. Es decir, añadimos más información para crear un repertorio de palabras alrededor del acto de habernos solicitado el lápiz y no nos limitaremos nunca a darlo sin aportar más vocabulario o desarrollar una breve conversación que sirva de expansión en ese momento. Denominarle objetos y proporcionarle vocabulario es vital. Explicar lo que hacemos o lo que vamos a hacer exagerando expresiones y ofreciéndole un clima afectivo apropiado favorece enormemente el aumento de expresiones de los niños.
A partir del año es importante tener en cuenta otros consejos más adaptados a las nuevas situaciones que se crean. El chupete o los biberones por ejemplo, no son recomendables más allá de los dos años y es muy importante no exceder en el tiempo estos hábitos porque estaremos retrasando su correcto desarrollo orgánico oral y podemos modificar estructuras dentarias o del paladar que son claves para una buena articulación posteriormente. Igual pasa con hábitos como la succión digital (chuparse el dedo).
Darle autonomía: que recoja sus juguetes, que duerma solo, que sepa realizar algunas tareas como peinarse o ponerse prendas de vestir… Al principio podemos ayudarle e ir disminuyendo la ayuda y tendremos que echarle paciencia porque aunque lo hagamos todo por ganar tiempo es mejor dejarles que ellos solos aprendan aunque tarden más. Podemos ir aumentando las tareas paulatinamente y de esta manera ganará en autonomía.
Debemos proporcionar una alimentación acorde a su capacidad deglutoria: sólidos y semisólidos fortalecen el acto de la masticación y refuerzan las estructuras estomatognáticas que también influyen a la hora de pronunciar y tener una musculatura más fortalecida y preparada para el acto de comunicar.
No usar diminutivos (el patito, el cochecito, o peor aún los papes en vez de los zapatos) Dejarle tiempo para que responda y darle oportunidades. Es muy positivo aprovechar las situaciones agradables en estos contextos.
Prestarle atención y compartir momentos juntos hablando. Podemos dedicar todas las noches un pequeño ratito en común para hablar sobre lo que hemos hecho. Le ofreceremos un modelo de habla lento y claro porque aunque no lo parezca, los niños en edades tempranas son como esponjas, todo lo que ven de su entorno, y de nosotros mismos lo van a imitar, por ello si estamos nerviosos, tendemos a hablar rápido o gritando o tenemos ciertas tendencias lingüísticas esto pasará a nuestros hijos porque lo van a aprender de nosotros. Quizás esto en ocasiones incluso obligue a los padres a modificar algunos hábitos del habla que no son muy recomendables para sus hijos. Si ya está adquiriendo vocabulario, es conveniente que sustituya los deícticos (señalar) por vocalizaciones. Lo impulsaremos a que pida denominando, y aportaremos el modelo correcto de palabra en vez de sobrecorregirlo continuamente. Si no dice bien la palabra no nos enfadamos ni le decimos que lo ha hecho mal, lo que haremos será decirle que lo vamos a repetir un poco mejor pero nunca decirle que lo ha hecho mal. Le decimos “vamos a repetirlo, mira se dice asi….” A ver, intentalo tú ahora, que bien lo haces!! Etc. Es mejor sí y es mejor alabar todos los logros que consiga que castigar las veces que lo haga mal. Refuerzo positivo mejor que castigos a la hora de aprender.
Existen infinidad de juegos que desarrollan las capacidades lingüísticas de los niños: juegos de memorys, de teatros con marionetas, visualizar libros con ilustraciones simples pero llamativas, incluso ver un común álbum de fotos denominando todo lo que vemos o las personas que aparecen. Puzles, juegos con micrófonos, juegos sonoros como un tambor también nos pueden ser útiles para jugar a separar sílabas dentro de la palabra con cada golpe del tambor, son ideas que podemos hacer con los niños y que ayudan bastante pues si lo “enganchamos” a este tipo de juegos lo estamos sumergiendo en pronunciaciones más lentas y segmentadas que le ayudaran a pronunciar mejor. Juegos de roles, imitar sonidos (onomatopeyas) oír un sonido y decir que es, etc.
Y es importante también permanecer atentos a las rabietas porque en muchos casos pueden estar relacionadas con la incapacidad para ser entendidos por su falta de desarrollo lingüístico.
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