¿Por qué los bebés lloran y necesitan estar con su madre o con una figura cuidadora? Podríamos pensar que la razón fundamental es porque necesitan alimento y cobijo para poder sobrevivir, pero existe algo más, el apego, que resulta de vital importancia para nuestro desarrollo como adultos funcionales y equilibrados.
¿Qué es el apego? El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. El apego es la necesidad del bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado.
Fue el psicólogo John Bowlby (1907-1990) quien al trabajar en instituciones con niños privados de la figura materna, realizó una serie de observaciones que le condujeron a formular la Teoría del apego.
La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que un niño puede ser más seguro, ansioso o temeroso, dependiendo en gran medida por lo accesible y cercana que sea su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).
El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Este planteamiento también puede observarse en distintas especies animales y tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como base para la protección y la continuidad de la especie.
El trabajo de Bowlby estuvo influenciado por el etólogo Konrad Lorenz (1903-1989), quien en sus estudios con gansos y patos en los años 50, reveló que las aves podían desarrollar un fuerte vínculo con la madre (teoría instintiva) sin que el alimento estuviera de por medio. En su libro, que personalmente recomiendo, El anillo del rey Salomón, Lorenz explica como los patos recién nacidos fijan su impronta en lo primero que ven y lo siguen como si fuese su madre. De hecho a Lorenz le ocurrió y era perseguido por su grupo de patos por donde quiera que iba, creyendo estos que seguían a su mamá.
Harry Harlow (1905-1981), realizó unos estudios , a mi parecer bastante crueles, relacionados con la crianza y la privación afectiva con macacos en la década de los años 60. Uno de sus trabajos más conocidos es el que confirma la llamada “teoría de la madre suave” o de la madre subrogada, una investigación basada en el comportamiento de las crías de monos rhesus.
La investigación consistió en separar a las crías de mono de su madre biológica y sustituirla por dos madres artificiales: una fabricada con una red metálica provista de un biberón y la otra confeccionada en felpa y sin alimento.
¿Cuál de las dos madres creéis que prefirieron las crías? Solamente cuando sentían hambre acudían a beber del biberón que tenía la mona de metal, pero el resto del tiempo permanecían junto al calor y la suave textura que les proporcionada la mamá de felpa. Incluso les servía de protección, ya que se acercaban a ella para cobijarse cuando algo les asustaba. No se acercaban a la madre que les proporcionaba comida, sino a aquella que les proporcionaba seguridad.
A pesar de la innegable importancia de cubrir las necesidades básicas, los humanos y otras especies animales, necesitamos del cariño y de establecer vínculos afectivos de calidad con otros seres de nuestra especie. Se puede decir que ello marca la diferencia. En niños privados de una infancia normal, con familias desestructuradas y que parece que van a ser adultos problemáticos, si cuentan con una sola relación afectiva de calidad se puede cambiar el rumbo de lo que a priori podía parecer una vida con trastornos y problemas con la ley. La importancia de ser cariñosos, amables y empáticos unos con otros y ofrecer estas pautas a los niños, que serán nuestro futuro pueden convertir nuestro mundo en un mundo mejor. Estos datos se conocen desde hace más de 50 años pero aún hoy se debate si es más correcto dejar llorar al niño en su cuna o ir a cogerlo por si lo estamos malcriando. Dar cariño nunca puede ser la opción incorrecta.
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas le da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y le alimenta a valorar y continuar la relación.” John Bowlby
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