La ira es el resultado de una emoción negativa y aparece en forma de gran explosión con diferentes pautas de comportamiento tales como gritos, gesticulaciones, movimientos corporales exagerados, puede que insultos y palabras que buscan herir al objeto de nuestra ira. Sería como un enfado multiplicado que al igual que un volcán, deja salir todo nuestro malestar.
A lo largo de nuestra vida todos vamos a vivir algún episodio de ira, pero hay personas que se dejan llevar a menudo por esa emoción tan negativa y convierten ese comportamiento en algo usual de su personalidad. Esto, acarrea unas consecuencias muy graves, porque aleja a los demás de nosotros, nos quita la razón incluso cuando la llevamos y nos bloquea a nivel personal porque es tal el desgaste que sentimos tras un “ataque” de ira que después nos solemos sentir muy vacíos y desanimados.
LA IRA EN LOS NIÑOS
Cuando los niños tienen las típicas rabietas sería un reflejo de que están dejándose llevar por la ira, pero ya desde pequeños se puede aprender a controlarla. Tanto en niños como en adultos la clave está en saber gestionar nuestras emociones, sobre todo las negativas. Cuando nos sentimos muy frustrados es porque no conseguimos algo, ya sea algo material o que otras personas no hacen lo que queremos o incluso cuando no hemos conseguido nosotros mismos algo, y se empieza a generar en nosotros un malestar que va creciendo cada vez más y termina convirtiéndose en ira (una rabieta, un enfado explosivo, sentimientos de gran tristeza y negatividad, etc).
Con los niños hay que ser paciente y a la vez inflexible. Si son algo más mayores podemos explicarles con tranquilidad el por qué no van a conseguir lo que quieren en ese momento, ya sea un juguete, una golosina, o que hagamos lo que ellos quieren. Se les explica una o dos veces, pero no más, porque entraríamos en diálogos repetitivos y absurdos que no llevan a nada, sólo a negativizar el ambiente. Si ellos nos ven serenos y que no vamos a doblegarnos a sus peticiones irán aprendiendo que de esa manera no van a conseguir nada. Necesitaremos más de un intento, pero al final y dependiendo de la personalidad más o menos testaruda de ese niño, lo conseguiremos. Cuando haya pasado el momento de explosión, por llamarlo de alguna manera, podemos explicarles más tranquilamente el por qué hemos actuado así y que esperamos que esa actitud en ellos no se vuelva a repetir.
He presenciado niños muy pequeños que utilizan el grito cual tenor de ópera y los pobres padres, en público, no sabían donde meterse. Pero es preferible ir enseñándoles que esa no es la forma de conseguir las cosas.
LA IRA EN ADULTOS
Con los adultos es más sencillo pero hay que practicar todo lo que uno pueda para que al final los momentos de ira sean casos aislados que apenas aparecen y notaremos un mayor equilibrio personal con nosotros mismos y con los demás.
Lo primero sería identificar qué me está haciendo sentir mal. Es decir, cuando me empiezo a sentir molesto, nervioso, triste…ahí es cuando hay que parar un momento, respirar de forma más consciente y pausada, y pensar qué está pasándome, qué está haciendo que me sienta tan mal. A veces será algo que me están diciendo, otras veces será que no he conseguido algo que quería conseguir…pero la clave es darte cuenta de la causa de tu malestar. Después, te aconsejaría que intentes distanciarte de eso que te está molestando. Por ejemplo, si te insultan, para, respira tranquilo y piensa por qué me está insultando la otra persona, puede que no tenga otros recursos lingüísticos que ofrecerme y tiene que recurrir a eso. Que alguien me esté insultando no me convierte en el insulto, si alguien me llama hijo de …, no me convierte en eso porque esa persona lo diga. Puede también que esa persona tenga problemas para gestionar sus emociones negativas y no tenga ni idea de cómo actuar…pero tú ya si sabes cómo actuar, y es sólo cuestión de práctica que al final no te afecte tanto lo que hagan los demás y lo destructivos que pretendan ser.
Al igual sucede si no conseguimos un objetivo, puede ser aprobar en junio, debemos parar, respirar tranquilos y pensar, por qué esto me hace sentir tan mal, ¿existen otras opciones? ¿podría intentarlo en septiembre o incluso el año que viene ya más preparado? ¿es el fin de mi vida el no conseguir lo que quería cuando quería? ¿qué he aprendido de esta experiencia?
En fin, pienso que necesitamos un mayor diálogo con nosotros mismos e intentar no dejarnos llevar por la impulsividad. A veces no es fácil, somos humanos y nos hemos educado en sociedad, intentando ser fuertes y que no se aprovechen de nosotros pero si aprendemos a gestionar nuestras emociones cambia la percepción de nosotros mismos y de los demás, nos volvemos más sabios y más sanos emocionalmente. Cuando alguien te hace sentir mal, después de analizar el por qué te ha hecho sentir mal a ti, piensa en qué estará pasando por la cabeza de esa persona. El tiempo que emplearías respondiendo a su provocación o insulto, dedícalo a reflexionar en lo mal que debe sentirse para reaccionar así y lo mucho que le queda por aprender, evolucionar emocionalmente y sentirse más feliz.
“Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a 100 días de tristeza”. Proverbio chino.
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