Quizás sea uno de los elementos más característicos de los que practicamos el senderismo. Porque en nuestras salidas al campo, debemos llevar en algún sitio los alimentos, la bebida, la ropa y demás accesorios que nos darán autonomía, confort y seguridad.
No vamos a cansarnos de repetirlo. Lo importante es adecuar nuestra elección a la actividad que vayamos a desarrollar, o por lo menos, a la más frecuente, porque no existen mochilas “para todo”.
Una vez claro cual va a ser su uso, las características principales a tener en cuenta las podríamos resumir en estas cinco: tamaño, talla, respaldo, cinturón lumbar y hombreras.
Para empezar debemos fijarnos en el tamaño o capacidad, acorde con el uso destinado, que se mide en litros, ya que lo que nos interesa es el volumen que podemos transportar, independientemente de su peso. Para salidas rápidas y de poco recorrido bastarían 20 l y para las de una jornada entre 20-30 l sería suficiente.
Seguiríamos con la talla, adecuada a nuestra longitud de espalda. Ocurre como con la ropa y aquí la medida exacta nos la da la distancia entre la base del cuello y donde acaba el hueso de la cadera. Hay marcas que fabrican mochilas para hombres y para mujeres, por sus evidentes diferencias anatómicas e incluso las hacen con sistemas de espalda ajustables.
El respaldo, bastidor, chasis o armazón es la parte que da la firmeza necesaria y estaría en contacto con nuestra espalda. Suele estar acolchada e incluso con zonas de rejillas o mallas para facilitar la ventilación. Tiene estructuras muy ligeras que contribuyen a darle rigidez al conjunto.
Llegamos ahora a la parte fundamental de cualquier mochila que se precie: el cinturón lumbar. Este elemento es que el encargado de transferir el 80 % de lo que cargamos a las caderas, y de éstas a nuestras piernas y pies. Evita así la sobrecarga en cuello, hombros y columna. Debe ser ancho, sólido, cómodo y acolchado y adaptarse completamente a nuestro cuerpo.
Las hombreras recorren los hombros y parte del pecho y son las que hacen que el restante 20 % del peso recaiga en ellos y en tu espalda. Deberían ser anchas y acolchadas para evitar que se claven. De su ajuste perfecto depende que llevemos equilibrado el peso, y lo más cercano al cuerpo para que estabilicemos nuestro centro de gravedad.
Como podréis imaginar existen muchas más elementos y factores que van a influir en nuestra decisión. Podemos enumerar los propios de la mochila, bien como el peso en vacío, los materiales de los que está confeccionada, calidad de las costuras, grosor de las cintas, sistemas de cierres, cremalleras, etc., bien como la cinta pectoral que evita el desplazamiento de las hombreras, las cintas de ajuste para adecuar la distancia de la mochila a los hombros, funda impermeable para días de lluvia, cintas de compresión que ayudan a evitar que la carga se mueva, bolsillos laterales, asa superior, sistema de hidratación interno o camelback, bolsillos exteriores varios, y porta-objetos y/o argollas para anclar el GPS, la cámara de fotos, y aquellas características “externas” como la estética (mejor colores llamativos por si estamos en algún apuro) y la relación calidad-precio.
Como consejo y siempre que sea posible, mejor ir a una tienda física para verla, tocarla y probarla y dejarse aconsejar por los profesionales. Tened en cuenta que es una inversión y que nos durará un montón de años.
Las montañas son maestros mudos y hace alumnos taciturnos Johann Wolfgang von Goethe
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