El cinamono, también conocido como árbol del paraíso, matapolilla, panjí, etc. (Elaeagnus angustifolia) es un árbol (macrofanerófito) caducifolio, perteneciente a la familia Elaeagnaceae, originario del centro y suroeste de Asia, que alcanza hasta 10 m de altura. Crecen a menudo con el tronco inclinado, lo que provoca que a cierta edad se caigan. Sus ramas son espinosas, con ramillas lustrosas de color rojo. Hojas simples, enteras, oblongo-lanceoladas o linear-lanceoladas, verde-grisáceas por el haz y plateadas por el envés, con pelos estrellados. Flores de hasta 10 mm, olorosas, solitarias o en grupos de 2-3, axilares, hermafroditas o unisexuales por aborto de uno de los sexos, con perigonio dividido en cuatro lóbulos triangulares de color amarillo en su cara interior y plateados en la exterior. Fruto tipo aquenio endurecido, elipsoidal, estriado (5-6 mm de longitud ) rodeado de una matriz elipsoidal (1-2 cm de longitud), farináceo, comestible, color rojo-amarillento o anaranjado, cubierto de escamas plateadas que se van perdiendo al madurar, quedando el aquenio en su interior.
Este árbol suele habitar en las márgenes de riberas, sobre suelos frescos. Florece de mayo a julio. Su reproducción es sexua, en menor medida asexual, a través de rebrotes de raíz o por regeneración de nuevos individuos a partir del arraigo de tallos sobre sustrato húmedo. La diseminación es zoócora, por ingestión de sus frutos por animales.
Es una especie muy tolerante, con una amplia valencia ecológica, resistiendo bien las heladas, las fuertes oscilaciones térmicas y, de forma más moderada, las sequías, el suelo salino y el encharcamiento, pero soporta bien los vientos fuertes y la sombra densa. Esto le permite colonizar hábitats próximos a humedales endorreicos, cursos fluviales e incluso frente al mar.
Esta especie fue importada en Alemania allá por el año 1736, posiblemente por su valor ornamental y aún se sigue usando para este fin, a pesar de ser declarada como planta invasora. Su cultivo se popularizó por el centro y sur de Europa, por su porte y por la fragancia de sus flores y comestibilidad de su fruto. Se afirma que este árbol fue citado en la Biblia y por ello se le llama “árbol del paraíso”, aunque es poco probable porque en aquella época sólo existía en Asia. Como especie maderable es despreciable porque su madera es de muy mala calidad. También se ha utilizado como lindero y menos para consolidación de taludes.
Su carácter invasor ha sido constatado desde su importación en el siglo XIX, invadiendo espontáneamente las riberas, creando formaciones que pueden llegar a ser bosquetes monoespecíficos, por lo que tiene un impacto ecológico considerable, que debe a su crecimiento vigoroso, gracias a su capacidad para fijar el nitrógeno atmosférico, y por su capacidad de formar masas compactas, creando zonas de sombra densa que impide el crecimiento de muchas especies autóctonas de ribera. Por otra parte se ha señalado un impacto social al afectar a la salud de las personas, por su capacidad alergógena, aunque al parecer este problema lo generan los ejemplares cultivados.
Actualmente se encuentra en gran parte de Andalucía oriental, con preferencia hacia zonas riparias sublitorales, como el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, o continentales frescas, y por alguna razón no ha sido señalada en provincias de Andalucía occidental.
Para su control se han indicado tratamientos físicos y químicos. La escasez de datos referidos a Andalucía obligan a la cautela a la hora de decidir si es necesario el control activo de la especie. No obstante, puede indicarse que en ambientes seminaturales o con valor relevante para la conservación el único método factible consiste en el control mecánico mediante tala y posterior destaconado con maquinaria, y en caso de que permanezcan restos de tocones o raíces arraigados en el suelo debe aplicarse directamente y de modo localizado algún herbicida sistémico contra especies arbóreas para evitar rebrotes. A escala de rodal, el grado de dificultad se considera bajo-medio, dependiendo del tamaño del rodal y extensión de la invasión. La decisión sobre cualquier actuación contra la especie y la elección del método a emplear debe valorarse concienzudamente a tenor de las características de los biotopos que ocupan y de la escasez de datos para Andalucía.
Deja una respuesta