Hace unos meses describíamos en una serie de artículos todas las posibles formas que había de conectarse a Internet. Para las conexiones fijas, es la forma que la información tiene de viajar desde los distintos servidores hasta un punto en nuestro hogar. Por norma general, este punto suele ser el router, y es nuestra responsabilidad que los distintos equipos de nuestro hogar se conecten a este punto.
Esto es lo que se denomina Red Local, la forma que tienen los dispositivos de nuestro hogar de conectarse entre ellos y a través de un punto común de acceso, a Internet. Podemos hablar de red local por cable (Ethernet) o inalámbrica (WiFi). De forma general, están reguladas por el proyecto 802 del IEEE (Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos). De éstas últimas ya hablamos en su día en el capítulo de conexiones a Internet, por lo que ahora vamos a centrarnos en las opciones cableadas.
Protocolos
Comenzamos con las opciones mediante cable, que están definidas por el punto 802.3 del IEEE. Aquí se engloban todas las posibles combinaciones de velocidad y tipo de cable que puedan existir. Está en constante movimiento, ya que se incluyen nuevas velocidades que necesitas ser estandarizadas.
De los cientos de protocolos que engloba la familia del 802.3, vamos a explicar los que son más relevantes para el usuario doméstico:
- 802.3u (100BASE-T) especifica el denominado Fast Ethernet, que proporciona velocidades de hasta 12 MBytes/s. Ha caído en el desuso, ya que la velocidad que proporciona no es suficiente para los requerimientos actuales.
- 802.3ab (1000BASE-T) especifica el denominado Gigabit Ethernet, que proporciona velocidades de hasta 120 MBytes/s. Es el más empleado en la actualidad y nuestros dispositivos deberían ser compatibles con este estándar.
- 802.3an (10GBASE-T) especifica el denominado 10 Gigabit Ethernet, que proporciona velocidades de hasta 1.2 GBytes/s. De momento hay poco equipamiento con este protocolo, pero es el futuro de las redes locales.
Cables
Tan importante como el protocolo que siguen nuestros dispositivos, es el tipo de cable que queremos usar. Dejando de lado el inexistente cable coaxial y obviando para una red local doméstica la fibra óptica, nos queda únicamente el cable de par trenzado. Este puede ser de diferentes categorías, identificadas por un número. Sin entrar en muchos detalles de cada tipo de cable y conector, es importante remarcar algunas equivalencias:
- Para redes Fast Ethernet (100 Mbps), necesitaremos al menos un cable de Cat 5.
- Para redes Gigabit Ethernet (1 Gbps), necesitaremos al menos un cable de Cat 6.
- Para redes 10 Gigabit Ethernet (10 Gbps), necesitaremos al menos un cable de Cat 6 o 6a (para más de 50m).
Muchas veces hay vendedores que recomiendan directamente un cable de Cat 7 u 8, de mucho mayor precio por tal de vender. Sin embargo, es necesario conocer qué distancias necesitamos cubrir y qué velocidad tienen nuestros dispositivos.
En una red con múltiples dispositivos, la velocidad viene establecida por el eslabón más débil de la cadena. Esto significa que, por culpa de un mal conector, un cable de una categoría inadecuada o un router mal configurado, nuestra velocidad puede irse al garete. Así pues, en caso de que nuestra red local no vaya a la velocidad que debiera, hay que inspeccionar todos y cada uno de los elementos que forman la red.
Conclusión
En el auge de las comunicaciones inalámbricas, se presta poca atención en el ámbito doméstico a las conexiones por cable. Sin embargo, hay muchos escenarios donde se necesitan dichas conexiones. Uno de ellos es la utilización de las nuevas conexiones de fibra óptica. De nada sirve tener una conexión a Internet de 400 Mbps simétricos si nuestra red inalámbrica nos está limitando la velocidad a unos 25-30 Mbps. Esto es crítico si estamos viendo una película de ultra alta definición 4K a través de un servicio de video bajo demanda.
Esperamos que, tras este artículo, los conceptos hayan quedado más claros y que la próxima vez que tengamos que actualizar la red local de casa, podamos hablar con más propiedad.
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