Jane Elliot nació en 1933 en los Estados Unidos, y creció viendo el auge del nazismo y a su vez los problemas raciales en su país. Se dedicó a la enseñanza justo en la década de los 60, cuando Estados Unidos estaba en plena crisis social por el racismo.
El día después de que asesinaran a Martin Luther King, los niños de la clase de Jane estaban curiosos acerca de por qué dicho hombre fue asesinado, por lo que como profesora pensó en realizar un experimento para explicar el por qué se producen las diferencias raciales y los prejuicios.
Todos los niños de la clase eran de raza blanca, por lo que para poder llevar a cabo su experimento, Jane dividió su clase en dos grupos, un grupo formado por los niños con ojos marrones y el otro formado por los niños de ojos azules.
A continuación, les dijo a los niños que los que tenían los ojos azules eran mejores que los que tenían los ojos marrones, “son más limpios y más inteligentes” y puso ejemplos de personas importantes con los ojos azules, como George Washington, frente otros ejemplos de personas con los ojos marrones que habían hecho algo malo. A los que tenían los ojos azules, además, se les daba una serie de privilegios como ir al recreo un poco antes o poder repetir la comida.
Por otra parte, les dijo, que los niños de ojos marrones eran más lentos, menos inteligentes y más torpes, por lo que no podrían disfrutar de los privilegios de los otros. Además, a cada niña y niño de la clase con ojos marrones les hizo ponerse un pañuelo en el cuello. Este pañuelo servía como símbolo para identificarles rápidamente como el grupo discriminado.
Esta separación en el aula rápidamente obtuvo consecuencias y empezaron las peleas entre ambos grupos y las discusiones en clase. Amigos y amigas de toda la vida se veían ahora enfrentados simplemente por el hecho de que les habían dicho que eran diferentes.
“Observaba cómo lo que habían sido niños maravillosos, cooperativos, fabulosos y considerados, se volvían desagradables, rencorosos… segregacionistas”
Al día siguiente, la profesora invirtió los papeles y los niños y niñas de ojos marrones pasaron a ser los superiores. Les convenció de que realmente los superiores eran ahora los que tenían los ojos marrones. Lo curioso es que, en ese momento, este grupo realizó las tareas y los ejercicios de clase bastante más rápido que lo habían hecho el día anterior, y mucho más rápido que el grupo de ojos azules. Lo impactante de esto era que cada grupo había adoptado de forma estricta el rol de dominantes y de subordinados, con los correspondientes estados de ánimo de alegría y tristeza en cada uno de ellos.
Al finalizar este ejercicio, la profesora les explicó que se trataba de un ejercicio para que se dieran cuenta de cómo actúan las personas racistas, y que tan injusto es sentirse discriminado por una característica física como es el color de los ojos, como ser discriminado por el color de la piel.
Este experimento se puede ver en el documental “Una clase dividida” de William Peters (1985). En el documental también se reencuentran los alumnos del experimento 15 años después con su profesora en su antigua escuela de Riceville (Iowa), donde se les muestra las imágenes del experimento.
Los antiguos alumnos afirmaron que este experimento pedagógico sobre la discriminación les había ayudado mucho a nivel personal y social.
También, se debe destacar cómo este experimento es un ejemplo de la gran influencia que puede tener un profesor sobre sus alumnos, ya que éstos tomaban como verdades absolutas los argumentos que la profesora les daba. Es interesante ser consciente del poder de los docentes que realmente son escuchados y valorados por sus alumnos tanto para lo positivo como para lo negativo. Docentes que tengan en cuenta esta premisa, podrían aprovechar para inculcar valores positivos y de calidad, así como una equilibrada gestión emocional a sus alumnos de todas las edades.
Este experimento nos demuestra cómo la educación desde muy pequeños es fundamental para erradicar el odio y la discriminación hacia los grupos diferentes al nuestro. Los grupos que se creen mejores tratan con desprecio a los grupos a los que consideran inferiores, y esto ocurre en todos los lugares del planeta.
“No hay cuatro o cinco razas diferentes, sólo hay una raza, la raza humana” Jane Elliot.
Deja una respuesta