A lo largo de nuestra vida debemos aprender a controlar nuestros impulsos. Por ejemplo, ya desde pequeños existen comportamientos que, gracias a la educación de los adultos, vamos modificando, como una rabieta desmesurada, pegar a otros niños ante una ofensa o si estamos comiendo en una reunión, aprendíamos a que no debíamos coger la comida que servía el camarero y que era para todos, hasta que algún adulto nos servía o nos daba permiso. Todo este aprendizaje nos ayuda a modular nuestro comportamiento y poder vivir de forma más organizada y ser socialmente aceptados.
En la época de la adolescencia también tenemos muchos impulsos y debemos aprender a controlarlos con mayor o menor éxito. Nuestra personalidad, nuestras vivencias personales y todo ese aprendizaje que vamos acumulando con los años, nos ayudarán a ya, en la vida adulta tener un mayor autocontrol de nuestros impulsos.
En mi experiencia personal y profesional he descubierto que prácticamente a casi todo el mundo le ocurre que hay uno o varios de estos impulsos que les cuesta más controlar. Puede que hayas intentado dejar de fumar infinidad de veces y que nunca lo consigas. Incluso que lo hayas conseguido alguna vez y que al tiempo hayas vuelto a recaer. También puede que hayas intentado hacer dieta para perder peso o mejorar tu estado general de salud y que te haya resultado misión imposible. ¿Te ha ocurrido que te propones no volver a perder los estribos ante una situación o persona determinada, pero finalmente siempre hay algo que te hace saltar de forma desmesurada? Puede que no te llegue el dinero a final de mes o te cueste ahorrar porque te encanta ir de compras y no te puedes resistir a ese bolso tan mono o a cualquier otro capricho.
Podría ponerte más ejemplos, es casi universal que cada uno de nosotros tengamos cierta dificultad para controlar algún impulso que nos hace daño a nuestra salud física, psíquica o emocional.
¿Te gustaría eliminar algún impulso que te hace sentir mal? ¿Cómo podemos perfeccionar nuestro autocontrol en un momento determinado? Te dejo algunos consejos:
Analízate
Si hay más de un impulso que quieres controlar, piensa cuál es el primero que harías desaparecer y te gustaría situar en primer lugar. Tras ello, piensa cuándo y por qué ocurre ese impulso. Es decir, sabes que no deberías fumar porque afecta a tu salud, pero no puedes evitar fumar un cigarrillo tras una comida o cada vez que terminas de dar una clase o tienes una pausa en el trabajo. Analiza por qué es tan importante para ti ese acto en particular. ¿Qué te proporciona? Las respuestas podrían ser, placer, me calma la ansiedad, lo hago sin pensar, simplemente me apetece y punto. Piensa qué conexión existe entre ese impulso y tu cerebro y, a la vez, en lo que te proporciona tras realizarlo a nivel físico y mental. Mientras te das un atracón de dulce, ¿sientes un sabor placentero?, ¿te calma el apetito? ¿estabas nervioso antes, durante o después de realizarlo? Piensa, piensa y piensa, analízate al milímetro respecto a el por qué se da ese impulso y su ejecución es tan importante para ti y por qué te cuesta tanto eliminarlo de tu catálogo de conductas si tanto daño te hace.
Después de identificar ese impulso y cómo te afecta a ti personalmente podemos pasar al siguiente paso.
Trabajar la frustración
Si deseamos algo y no lo conseguimos solemos frustrarnos. Si tenemos baja tolerancia a la frustración, nos ocurrirá esto con mayor frecuencia. Ciertas adicciones y ciertos patrones de comportamiento son causados en su origen por un intento de obtener un placer o beneficio inmediato. Cuando nos frustramos empezamos a generar emociones negativas y nuestro nivel de malestar interno se eleva. Es por ello que nos ponemos nerviosos, nos enfadamos e incluso aparecen algunos síntomas físicos asociados a estas emociones, como sudoración, palpitaciones, molestias abdominales, tensión muscular, etc.
Si dejamos que esas emociones nos dominen, al final acabamos claudicando y no conseguimos eliminar esas conductas que nos afectan negativamente.
Casi todo comportamiento tiene detrás uno o varios pensamientos que lo genera. Si conseguimos acceder a la raíz de esos pensamientos y nos damos cuenta de que somos capaces de conseguir cualquier propósito que nos propongamos, desactivaremos esa molesta sensación de que no tenemos el control suficiente para vivir nuestra vida como nos gustaría.
¿Necesitas tener relaciones íntimas a diario?, ¿necesitas tomar tres raciones de dulce antes de irte a la cama?, ¿necesitas fumarte un cigarrillo cada hora?, ¿te alteras o pierdes la calma fácilmente? ¿Te gustaría cambiar algún comportamiento en concreto?, ¿qué te lo impide? ¿De qué lugar de tu interior nacen esos comportamientos? ¿Te das cuenta de que si no das rienda suelta a esa pulsión no te va a ocurrir nada grave?
Las personas pensamos mucho, pero no pensamos con calidad. Pensamos mucho en el pasado y en el futuro, incluso en nuestras cosas del día a día. Pero, ¿realmente pensamos en cómo somos y por qué nos comportamos de cierta manera?, ¿pensamos lo suficiente en analizarnos e intentar mejorar nuestra estabilidad emocional y nuestra vida en general?
Si practicas casi a diario en introducir cada vez más pensamientos de calidad, destinados a conocerte mejor y a evolucionar en positivo e intentas eliminar pensamientos acerca de cómo los demás deben actuar o cosas triviales, mejorarás profundamente tu calidad de vida. Busca momentos de relajación y reflexión desde la calma y descubrirás más sobre ti de lo que esperas.
“El que domina a los demás es fuerte, el que se domina a sí mismo es poderoso” Lao Tse (filósofo y pensador chino, s. VI a.C)
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