A finales de año los madrugones continuados, las clases obligatorias y las actividades extraescolares empiezan a pesar sobre el alumnado. Las celebraciones propias de diciembre y el hecho de saber que las vacaciones están ya a la vuelta de la esquina, suelen acrecentar esas ganas de terminar la primera etapa del curso y al final los resultados pueden no ser los esperados. Tras el primer trimestre, cuando los niños no han alcanzado los resultados deseados solemos preocuparnos y bien es cierto que no es conveniente rechazar la realidad pensando que ya mejorará, porque el problema es que este tiempo perdido, resulta decisivo.
Debemos saber que esta primera evaluación es de carácter orientativo, tanto para el profesorado que comienza a ver el nivel del alumnado y su capacidad de trabajo, como para los padres que dando un toque de atención, vemos el reflejo del esfuerzo de nuestro/a hijo/a. Teniendo en cuenta también que los alumnos se están adaptando en este tiempo a los sistemas de trabajo del profesorado, a los nuevos compañeros o en su caso a un nuevo cambio de ciclo. Lo importante sobre todo es entender que el curso hay que trabajarlo a diario, el sistema educativo establece una evaluación continua y aunque los resultados de este primer trimestre no sean los deseados, no podemos bajar la guardia y debemos si fuese necesario, cambiar el método de estudio o de academia si la hay.
¿Pero qué ocurre cuando hablamos del paso del cole al instituto?
Los niños y niñas de 12-13 años comienzan desconcertados una etapa decisiva, con más profesores, más horas y un trato diferente. Las notas de la primera evaluación indican si el cambio está siendo afrontado con éxito. Para el 33% de los estudiantes que inicia 1º de la ESO, la transición les supone un proceso de ajuste con consecuencias negativas para sus trayectorias escolares.
Debemos tener en cuenta que los principales cambios que van a vivir son tanto académicos como personales. Tanto el nuevo centro, como donde se encuentra el barrio, el camino para llegar a él, etc. representan importantes cambios para el niño. Cambio de estatus como alumno ya que en el último curso de primaria se podían sentir mayores y superiores, pero por el contrario, al llegar al primer año de secundaria son los más pequeños. La exigencia y la dificultad aumentan y es, en cierta medida, normal que las notas de secundaria sean menores que las de primaria, sobretodo en un principio cuando el niño se está adaptando a las nuevas exigencias. Una nueva metodología didáctica en la que tienen mucho protagonismo las exposiciones del profesor, el libro de texto y aprendizaje memorístico. Se trata de actividades en las que todo el grupo hace lo mismo y los profesores pueden estar un poco más distantes. Además, se encuentran con más materias y más demanda de horas dedicadas al estudio.
Empiezan a ver a sus padres desde una nueva perspectiva, en este sentido, si nuestra relación con ellos es fuerte y positiva, será más fácil mantener lazos. Todas estas situaciones que comporta la nueva etapa pueden crearles cierta confusión. Por eso es recomendable controlar y vigilar cómo la llevan. Algo que debemos dejar muy claro a nuestro/a hijo/a, es que sin la titulación de graduado/a en ESO, no podrán conseguir un contrato de trabajo digno, no podrán continuar estudiando aquellas materias que realmente les ilusionen, no podrán al fin y al cabo terminar una titulación obligatoria para todos los/las españoles/as. Desde un principio deben de comprender la importancia de este ciclo final de estudios básicos obligatorios y de que cuanto antes se adapten y finalicen, antes podrán continuar con la fortuna de educarse en aquellos oficios o funciones que más les interese en su futura vida profesional.
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