Cuando hablamos de faltar a clase o hacer piardas o novillos, casi siempre nos solemos acordar de los adolescentes o de los chic@s más mayores. Sin embargo son muchos los niños o niñas en edad escolar quienes suelen faltar a clase.
Sorprendentemente con muchas argucias, los/las niños y niñas que no quieren ir al cole, con frecuencia lo consiguen. A veces haciendo uso de sus habilidades emocionales y otras de su capacidad de persuasión, simplemente se vuelven hábiles y astutos para conseguir de los padres su ansiado objetivo: faltar al cole. Pero. ¿Por qué hay días que quieren faltar a clase?
Utilizando excusas como:
Estoy enfermo: Presenta carita con señal de dolor e indisposición, acompañado con continuas entradas al baño para dar señal de indigestión. “me duele la barriga” “me duele la cabeza” suelen ser las causas a las que acuden con más frecuencia.
Los profesores están en huelga: Los maestros no van a dictar clases, así que ¿para qué el niño se va al colegio?
Quiero estar mejor preparado para un examen: ¿Y será que si no va a la escuela estará todo el día preparándose? Ten cuidado.
Hay una excursión: Si, al parecer hay una salida de las que programan en los colegios. Aunque eso no justifica su falta a clase puesto que debería ir o haber avisado.
Casi no dormí: puede que sea cierto. Pero si lo dejas es muy probable también, que se acueste más tarde y mañana para levantarse pase lo mismo.
Mi profesor no va a ir: tu hijo te dice que el tutor les avisó que faltaría? Mejor comprobarlo.
Hay quienes se convierten en auténticos/as profesionales del teatro, para que así los padres nos apiademos de ellos/as y poder quedarse en casa. Esto es algo absolutamente normal, sin embargo se convierte en un problema cuando ocurre de manera frecuente.
El motivo por el cual los niños no quieren ir al colegio puede ser muy variado, aunque algunas de las posibles causas pueden ser:
- No haber estudiado o hecho los deberes
- Problemas de relación con algún compañero de clase
- Temer la regañina de algún profesor
- El celo al nacimiento de un nuevo hermano
- Inseguridad o miedo a obtener una mala calificación en un examen.
- Presentar algunos problemas o dificultades de aprendizaje o atención.
- Bajo rendimiento académico o desgana de trabajo.
- Baja autoestima
- Falta de motivación e interés en sus estudios.
Algunos niños sufren en la escuela o se niegan a ir. ¿Cómo podemos ayudarles? Sabemos que estos niños y niñas que se ausentan con frecuencia tienen muchas probabilidades de tener un fracaso escolar, si le permitimos que no vaya al cole, estamos favoreciendo y reforzando que evite aquello que le da miedo y sus miedos se irán haciendo cada vez más grandes. La desgana, la apatía, el sedentarismo o el uso excesivo de los móviles o videojuegos, son lacras que debemos intentar alejar de nuestros/as hijos/as, debemos ayudarles a asistir a sus clases no a ausentarse de ellas.
Claro que también puede haber motivos más duros para no querer ir al cole. Puede haber problemas con algún “matón” o un grupo de “matones” a la hora del patio o en la entrada al recinto escolar. Algunos/as niños o niñas pueden convertirse en víctimas, pueden callar o incluso negar que han sufrido reiteradamente maltratos. Será entonces cuestión de investigarlo. De todos modos, tanto el niño que finge como el que de verdad se siente mal tienen un problema y necesitan comprensión y ayuda, no castigos o sermones. Es muy importante saber el motivo por el cual los niños no quieren acudir al colegio y dependiendo de este motivo adoptar una actitud u otra. Lo importante es mantener la calma.
Lo primero es preguntarle qué le ha pasado, por qué no quiere ir a la escuela. El problema es que no siempre lo explican, porque no quieren o porque no pueden. Habrá que hablar, entonces, con sus profesores y con otros padres. ¿Ha habido algún problema con los estudios, con los exámenes, con la disciplina? ¿Hay otros niños en clase que no quieran ir a la escuela o que hayan cambiado de humor o de conducta en los últimos meses? los problemas leves se resuelven con paciencia, apoyo y cariño. Intentar establecer una rutina, levantarse, desayunar, vestirse, hacer sus tareas, horas de juego… Hablar con los profesores para que estén enterados de la situación por la que está pasando el niño e implicarnos en su vida escolar en la medida de lo posible, intentando conocer su relación con los compañeros y los profesores.
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