En la mañana del pasado 12 de octubre, mi amiga Aurelia me confirmaba por whatsapp la fatídica noticia de la muerte de su tío Juan. No podía marcharse de este mundo en otro día más señalado que el de la Fiesta Nacional, le comentaba por su identidad con los ideales de España; y también fiesta del Pilar, me decía mi amiga, en relación a su también tía Aurelia, monja carmelita, que tomó Pilar como nombre de profesión, hermana de Juan, y que fallecía hacía un tiempo. Fallecía Juan Herrera, el maestro. Heredero de la maestría de su padre que nombra actualmente al Colegio Juan Herrera Alcausa, y que sin duda supo seguir su huella en todos los sentidos. Hablar de Juan sin estar es complicado, porque no nos hacemos a la idea. Era un placer encontrártelo por la calle y mantener siempre una interesante conversación, sin prisas ni ganas por que termine, con otra de esas personas de cuidada y extrema educación que se nos marcha y cuya generación quedó marcada para siempre por el cuidado de las maneras.
Hablar con Don Juan Herrera suponía un regalo de sabiduría desde la humildad. Siempre te preguntaba con ansia por conocer. No era de los que quedaba imperturbable ante lo que no veía justo y por ello indagaba siempre por esa duda que te queda de no conocer del tema antes de opinar. Llevó por ello la prudencia por bandera para poder a sus categóricos argumentos. Amigos que lo tuvieron como maestro lloraban inconsolablemente su pérdida y se sentían estos días, hablando de su persona, como parte de Don Juan…”por la paciencia que nos tenía y lo que nos trasmitía”, me aseguraban. Simplemente, con la dificultad que ello conlleva, el dar una nueva oportunidad al que se equivoca que como docentes, muchas veces esquivamos.
Acostumbraba a verlo, mientras pudo, ir a la celebración de la misa dominical, como profundo creyente, en el templo de San José y te sorprendía observar cómo se levantaba en el momento de la predicación del cura para dirigirse a uno de los altavoces para escuchar la homilía. Porque si Don Juan está en misa no es para pasar el tiempo y aquello que podía aportar el sacerdote en ese momento quería escucharlo con atención en un tiempo en ya su capacidad de audición había disminuido. Tras la misa, un placer saludarlo y, cómo no, hablar de cualquier deporte y sobre todo su Vélez CF.
Una persona que llega a los 85 años de estas características, está claro que tiene un currículum detrás de anécdotas fundantes que sería complicado de relatar. En tiempos de fútbol, que gustaba en llamar balompié y que fue su pasión, fomentó jugar también a deportes entonces muy minoritarios como el baloncesto, balonmano o balonvolea (hoy, voleibol). Para eso están ya mis amigos historiadores que seguro lo detallan mucho mejor. Yo me quedo con la persona que conocí gracias al deporte. Porque ese Don Juan Herrera que veía en mi juventud ir todas las tardes con su nieto el portero a la pista de fútbol-sala del Reyes Católicos, seguía ya como jubilado transmitiendo más que conocimientos en el ámbito de un deporte entendido como juego. Por ello a su edad prefería estar con los más pequeños en la Escuela de Fútbol. Porque ciertamente, se sentía así de pequeño en todo. Bastaba verlo como aficionado del Vélez, alentando a su equipo de siempre con gritos de otros tiempos. Y empujando cuando nadie animaba, con su Véeeeeeeeeeeeeeeeee…lez, interminable y eso que había sufrido ya algún infarto. O en los córners o faltas, diciendo repetidamente gol, gol, gol, gol,… O cuando no aceptaba que se aplaudiera a un equipo cuando devolvía el balón como se suele decir por deportividad, porque lo hacían mucho más lejos de donde se había cortado la jugada en sí. Argumentos que pasan desapercibidos para muchos, pero nunca para una persona leal y justa como Don Juan. Con mi amigo Eugenio, le hicimos un seguimiento especial con Juan en su máximo exponente en la grada animando para un programa que llamábamos Sprint y que estará guardado en los archivos de Velevisa de su seguimiento de un partido de cantera. Porque animaba a grandes y a pequeños.
En mi recuerdo también verlo como compañero de cartel con otros grandes del fútbol local, entre otros con mi padre Antonio Reyes en este caso llamado por su antigüedad como socio, o hasta el mismo Fernando Ruiz Hierro, y realizar una campaña de abonados que dirigió el también recordado compañero en los medios, desaparecido prematuramente, el gran Antonio Zapata; aquellos años que vivimos el sueño de la 2ª B. Qué pena no vivir en directo esas grabaciones del spot televisivo porque seguro no tendrían desperdicio según luego me detallaban al detalle.
Don Juan Herrera fue capaz de llegar a ser incluso presidente del Vélez CF durante unas semanas para que no desapareciese, junto a su gente de la Escuela de Fútbol llamada “Francisco Castejón”, dejándolo por su enfermedad. Por cierto, un Paco Castejón con quien vivió muchas vicisitudes en el deporte base local y que lo dejó un tanto huérfano hace una década. Junto a Paco Castejón recibió numerosos reconocimientos, y que siguieron ya en los últimos años en solitario tras la muerte de su amigo en estas lides. De todos ellos, destacar que en vida pudo ver como su nombre perdurará en el tiempo, no sólo en el corazón de tanta gente como lo apreciaban y que se sienten parte de él, sobre todo sus alumnos, sino que también cuando la corporación municipal nombraba en este caso con su nombre a una Glorieta situada junto a un enclave tan deportivo como es el Polideportivo Fernando Ruiz Hierro. Por cierto, un ayuntamiento al que se presentó varias veces en democracia al frente de Falange Española, siempre fiel a sus principios como pocos en este mundillo. Homenaje también destacable el que le hicieron los alumnos de su última tutoría en Zona Sur, 25 años después; esa última generación que creció en el segundo ciclo de la EGB con Don Juan como tutor y que siempre presumieron orgullosos de ello. Otro momento especial sin duda fue el homenaje recibido por la Asociación 6 de Enero “Gerardo Fortes” de muchos de los que fueron sus niños del fútbol, ya padres y casi abuelos de familia, con el premio 6 de Enero por los valores que inculcó. Y por destacar otro que pudo tener en vida, quizás el último, ver in situ como desde este pasado mes de junio se instauraba un torneo de fútbol base organizado por su Escuela de Fútbol Francisco Castejón y que en adelante se llamará Torneo Juan Herrera. Trofeo Juan Herrera, al que pertenecen estas fotos que nos cede el amigo Fran Ortega Hidalgo. Todo esto lo pudo conocer en vida y ese cariño sin duda ha sabido llevárselo.
Se nos marchó para nunca irse un grande de Vélez-Málaga. Personas de un marcado estilo que se está perdiendo en tiempos necesitados de ellos. Nos dejó a sus 85 años el Maestro Don Juan Herrera. Su ejemplo perdurará por siempre. Gracias Don Juan. Un placer y un honor siempre haberlo conocido.
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