Durante el curso 1985-86 tomé posesión de la Cátedra de Ciencias Naturales en el entonces Instituto de Bachillerato “Nuestra Sra. de las Angustias” de Nerja (hoy llamado IES “Sierra Almijara”). En ese año conocí a María Teresa Martín Oliver, profesora de Historia, y formamos un fructífero grupo con las mismas inquietudes intelectuales y profesionales. Juntos recorrimos la Axarquía y escribimos un libro, ya agotado, titulado: Itinerarios para el conocimiento del medio natural y social de la Axarquía, la primera obra de divulgación sobre los valores del patrimonio natural e histórico-artístico de la comarca, publicada por la Delegación Provincial de Educación. En la misma tónica escribimos también una Guía para una visita escolar interdisciplinar a la Cueva de Nerja, un librito interdisciplinar, editado por el Ayuntamiento de Nerja, que constituyó la primera guía didáctica dirigida a escolares de nivel medio sobre este importante monumento natural. Por mi cuenta también escribí el Itinerario naturalístico del Río Chíllar, la primera guía didáctica de este recurso tan a mano para los nerjeños. Pero, para los objetivos naturalistas, la obra más importante de esta época fue el librito Introducción al estudio de la Naturaleza del sector malagueño de la Sierra Almijara, una obra, editada por el mismo ayuntamiento de Nerja, con portada de Miguel Angel Torres, también la primera que se escribía monográficamente sobre esta sierra, algo más desarrollada que la que escribimos para Sierra Tejeda, también escrita en colaboración con Jacinto Arjona. Pese a su primicia, tanto el libro de Tejeda como el de Almijara sólo eran un diminuto esbozo de su potencialidad como fuente de conocimiento, hecho que hemos demostrado recientemente con la creación de la Historia Natural de las Sierras Tejeda y Almijara, y de los Acantilados de Maro, publicada en 2018 y que, como veremos en los últimos capítulos de esta serie, es una obra de carácter enciclopédico, que consta de 20 tomos, lo que, como se puede comprobar, dista mucho de aquel modesto esbozo que, no obstante, entonces cubría una importante laguna en el conocimiento de estas sierras, que aún no gozaban de la protección de Parque Natural.
En aquel año 1986 fui elegido coordinador del Centro de Profesores de la Axarquía (CEP), hecho que me apartaría durante nueve años de las aulas, aunque fue un lapso gratificante desde el punto de vista profesional y social. Fue en este nuevo contexto que decidimos formar el Seminario Permanente de Ciencias Naturales de la Axarquía, un grupo de trabajo, beneficiado con una pequeña asignación económica para cubrir gastos, adscrito al CEP de la Axarquía para innovar sobre temas educativos, que en nuestro caso estaban directamente involucrados en el estudio del medio y la elaboración de materiales didácticos para que el profesorado pueda realizar actividades didácticas extraescolares, con un adecuado conocimiento de los recursos naturales (geológicos y biológicos) existentes en la Axarquía, lo que exigía una puesta al día, redescubrimiento y, en su caso, descubrimiento, de los valores geológicos y biológicos de distintos rincones de la Axarquía. Un primer fruto de ello fue la Guía didáctica de la naturaleza del Arroyo del Alcázar (Alcaucín, Sierra Tejeda), escrita también con Jacinto Arjona y con una portada ilustrada por el, entonces jovencísimo, estudiante de Topografía, Miguel Ángel Torres, que también aportó un magnífico esquema topográfico del macizo del Alcázar, que ilustraba actividades del interior. Desde entonces, Miguel Ángel Torres entró en el Seminario Permanente de Ciencias Naturales, siendo una pieza clave, como experto conocedor del territorio, en nuestras excursiones científicas destinadas a conocer distintas zonas de la Axarquía, y en lo sucesivo será el responsable de todos los mapas y levantamientos tridimensionales de todos los parajes que estudiábamos. En la presentación de esta obra, que realizamos en el Ayuntamiento de Vélez, glosamos los valores ambientales que tenía esta sierra y ya reclamábamos la necesidad de que fuera protegida como parque natural, uniéndose así a un clamor que ya existía en medios universitarios malagueños. También propusimos usar estas guías para un proyecto educativo que llamamos Proyecto Gota de Aceite, con un presupuesto de un millón de pesetas, que finalmente no fue asumido por ninguna institución.
El Seminario se propuso un plan de acción consistente en estudiar integralmente toda la Axarquía, pero por unidades más o menos homogéneas que llamábamos “unidades paisajísticas” que eran 9: Dorsal Bética, Sierra Tejeda, Sierra Almijara, Corredor de Colmenar-Periana, Montes de Málaga, Macizo de Vélez, Hoya de Vélez, Costa del Sol Oriental y Mar de Alborán. Durante el estudio de cada unidad ambiental, para la que empleábamos unos dos años, organizábamos excursiones los fines de semana, y recorríamos diversos parajes de interés, sea por sus valores geológicos o biológicos (vegetación principalmente), anotábamos lo que encontrábamos y obteníamos un registro fotográfico de todos los aspectos de interés. Cuando lográbamos todos estos datos, elaborábamos una memoria, en la que describíamos todos los aspectos, empezando con el marco histórico (que siempre escribía María Teresa Martín), los aspectos geográficos, geológicos, la flora, la fauna, y, en zonas cultivadas, el medio agrícola, encargándose de los mapas el topógrafo Miguel Ángel Torres. A partir de esta memoria, escogíamos un paraje que tuviera atractivo e interés didáctico, y elaborábamos una Guía Didáctica, con actividades dirigidas al alumnado, y otra guía para dar orientaciones al profesorado, material que formaba parte de nuestros compromisos en el Seminario Permanente de Ciencias Naturales. Como veremos más adelante, estos apuntes también servirían para publicar unas guías naturalísticas, con itinerarios en los que se señalaban los elementos arqueológicos, geográficos, geológicos y biológicos de interés, destinado a senderistas.
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