Según el DSM-V, (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), ser dependiente emocionalmente puede encuadrarse dentro de un tipo de trastorno de personalidad. Hay que distinguir entre una forma de comportarse en un momento determinado de nuestra vida y de manera puntual, a un patrón de comportamiento perdurable e inflexible que se da en la mayoría de las relaciones interpersonales y causa un deterioro o malestar en la persona que lo manifiesta.
Las características generales que describe este manual diagnóstico usado en la práctica clínica acerca de la personalidad dependiente serían:
“Necesidad dominante y excesiva de que le cuiden, lo que conlleva un comportamiento sumiso y de apego exagerado, y miedo a la separación, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes”:
- Le cuesta tomar decisiones cotidianas sin el consejo y la tranquilización excesiva de otras personas.
- Necesita a los demás para asumir responsabilidades en la mayoría de los ámbitos importantes de su vida.
- Tiene dificultad para expresar el desacuerdo con los demás por miedo a perder su apoyo o aprobación.
- Tiene dificultad para iniciar proyectos o hacer cosas por sí mismo (debido a la falta de confianza en el propio juicio o capacidad y no por falta de motivación o energía).
- Va demasiado lejos para obtener la aceptación y apoyo de los demás, hasta el punto de hacer voluntariamente cosas que le desagradan.
- Se siente incómodo o indefenso cuando está solo por miedo exagerado a ser incapaz de cuidarse a sí mismo.
- Cuando termina una relación estrecha, busca con urgencia otra relación para que le cuiden y apoyen.
- Siente una preocupación no realista por miedo a que lo abandonen y tenga que cuidar de sí mismo.
Todo ello se traduce en relaciones afectivas en donde la persona dependiente es alguien sumiso que es capaz de soportar humillaciones o comportamientos abusivos respecto de la otra persona. La persona dependiente necesita ser querido y tener la atención de alguien en concreto y en general de las personas que le rodean. Al establecer sus relaciones personales se encontrarán con todo tipo de personalidades. Si la persona dependiente se relaciona con personas con estilos de comportamiento asertivos, empáticos y tolerantes, no surgirá ningún problema. Pero ante personalidades egoístas, dominantes y narcisistas, su dependencia emocional se verá aumentada. Encontramos este tipo de relaciones en amigas, donde una es la que dirige y manda y la otra suele obedecer y satisfacer a la otra para que esa amiga no se moleste en absoluto. También se da en parejas en la que una de las partes, trata con prepotencia y desdén a la otra parte. Puede darse entre hermanos, padres e hijos, compañeros de trabajo o de estudios. La base, suele ser siempre la misma, una personalidad sumisa con unas ganas enormes de agradar y otra personalidad pagada de sí misma, con un ego desmesurado y encantada por haberse encontrado a una personalidad en la que descargar su egolatría.
Las causas de ser una persona con tendencia a la dependencia emocional pueden tener su inicio en la infancia o en la adolescencia. La falta de autoestima y seguridad en uno mismo es un rasgo característico. La necesidad de afecto y atención a cualquier coste para sentirse valorado y realizado es también inherente a este patrón de personalidad.
¿Es posible dejar de ser alguien con dependencia emocional? En mi opinión, con un trabajo personal adecuado es posible hacer grandes avances. La psicoterapia ofrece excelentes resultados. Las terapias más eficaces pueden ser la reestructuración cognitiva, entrenamiento en asertividad y habilidades sociales, por ejemplo.
Las personas dependientes emocionalmente pueden perder su identidad por agradar a los demás a toda costa, ya que se encontrarán en su camino a personalidades que buscan satisfacer su ego y reforzar su seguridad, pasando por encima de los demás. Si a este tipo de personalidades no se les pone límites se acaban generando relaciones desiguales en cuanto a calidad y a equilibrio. Lo ideal es poseer relaciones familiares y de amistad de igualdad y respeto mutuos.
“Cuando descubres que puedes ser el mejor fan de ti mismo, dejas el hábito de mendigar la aprobación de los demás”. Rafael Vidac, escritor y terapeuta (1976)
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