Se conoce por disfemia al conjunto de disfluencias o alteraciones en el ritmo normal del habla que comúnmente hemos asociado a la tartamudez. La disfemia puede tener comienzo a temprana edad e ir asociado a un periodo transitorio en el que los niños están adquiriendo las bases del lenguaje oral, o puede que la disfemia tenga un inicio más tardío, en el que hay asociados factores psicológicos como shocks post conmociónales, etapas de cambios, problemas afectivos, etc.
La variedad de disfemias es tan amplia como los rasgos de las personas que las tienen. No se consideran una enfermedad; es más, la mejor terapia está en aprender a convivir con ellas y buscar técnicas lo más cómodas posibles para que la persona pueda hablar sin sentir agobio, presión o ansiedad sino aceptando esa condición y siendo nosotros, todas las personas de alrededor, responsables y comprensibles. Hay familias que se sienten mal cuando ven que su hijo o hija “se atasca”, que vienen a consulta buscando “eliminar” esos parones o repeticiones pero muy a menudo, y ciertamente sin quererlo, los familiares convierten la tartamudez de estas personas en rasgos mucho más establecidos e incluso se encaran situaciones incómodas en las que la frustración juega un papel principal, un papel en contra de la fluidez si no saben cómo actuar correctamente..
No hay una varita mágica para eliminar la tartamudez, ni una medicación… lo que sí existen son terapias basadas en la confianza, la seguridad, en estrategias para relajar al paciente, para eliminar la ansiedad y habituarse a todo tipo de situaciones lingüísticas y con intención comunicativa en la que no quepa ni el miedo ni la frustración.
La disfemia no es una enfermedad, es una condición, igual que podemos encontrar a alguien que puede tener pecas, o el pelo rizado, o necesitar gafas; es un rasgo que podemos suavizar con estrategias en las que disminuimos las disfluencias sean del tipo que sean y ganamos en seguridad.
Existen muchos tipos de disfluencias: en inicio de palabra, en determinados sonidos, en sílabas, etc. Muchas personas dan rodeos para no cruzarse con ese sonido complejo, que piensan pero que no sale. Pero lo más importante es no dar una gran importancia a ello, transmitir confianza y que el lenguaje no sea una barrera, sino que nos una sea de la forma que sea.
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