A veces sufrimos periodos de disfonía o ausencia parcial de voz de forma temporal debido a multitud de factores como pueden ser un uso inadecuado de nuestra voz elevando el tono demasiado, la exposición a ambientes fríos o contrastes bruscos de frío-calor o incluso la ingesta de bebidas demasiado frías, los típicos catarros, mucosidad en cuerdas vocales, etc.
Y oímos en estos casos todo tipo de recomendaciones ya clásicas como el “carraspea para aclarar la voz” o tómate un caramelo de menta para poder hablar mejor si te entra tos. Ambas recomendaciones propuestas como ejemplo vamos a aclarar que no son lo mejor que podemos hacer para salir del paso.
En primer lugar, existe una teoría muy difundida entre la población de que si carraspeamos será beneficioso para nuestras cuerdas vocales cuando lo que hacemos con este acto es resentirlas al hacer un esfuerzo brusco, así que si no medimos nuestra capacidad de carraspeo podemos estar haciendo un flaco favor a nuestra salud vocal. Podemos beber mejor un poco de agua para limpiar nuestras vías.
Otro mito que hemos expuesto es el del caramelo de menta. Estos caramelos no son los más recomendables ya que el efecto que hacen es el de resecar la mucosa de las cuerdas vocales; no nos ayuda al 100%. Podemos optar por caramelos de miel que suavizan más y no resecan nuestras cuerdas vocales.
Otro tipo de conducta errónea es la de tomarnos un vaso de leche caliente e irnos a dormir si estamos resfriados. Debemos aclarar que la leche y en general las lactosas no son de las sustancias más beneficiosas para disminuir la mucosidad en la zona, su efecto suele ser todo lo contrario. Una opción más acertada podría ser tomarnos un té o infusión caliente con algún tipo de hierba calmante.
Hay que tener un término medio en temperaturas ya que tan malo es digerir líquidos muy fríos como muy calientes. Y ya puestos a hablar de temperaturas, también podemos tratar el tema de los alimentos picantes. Todo en su justa medida es lo adecuado. Volviendo al tema de los picantes, recalcar que estos también facilitan los episodios de ardores que en multitud de ocasiones conllevan posteriormente a los incómodos reflujos esofágicos; y estos reflujos procedentes de nuestro estómago, son tan ácidos que pueden dañar también la mucosa faríngea.
Debemos aprender a cuidar un instrumento tan valioso que tenemos como es nuestra voz. Es lo que nos distingue del resto de seres vivos y seguro que todo aquel que ha experimentado un tiempo sin poder hablar sea por la causa que sea, sabe de lo que hablo. Una concienciación de ello unido a pequeñas modificaciones en nuestros hábitos de vida hará que estas molestias apenas aparezcan o si aparecen sepamos como combatirlas. Si no es así, tenéis a un logopeda a vuestra disposición.
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