A Sara Mariscal Vega, por la pasión que pone en todo lo que hace.
De mirada juvenil y muy atenta
con muy linda timidez bien disfrazada
puso en mis manos el todo y la nada ,
y mi amor retornó firme a la docencia.
Se mostró tierna, educada y preocupada
por servir de ayuda a aquellos que se esfuerzan
e inculcar cada concepto con paciencia,
con el fin de que en el tiempo perdurara.
Su dulzura musical tan sevillana,
en su acento dibujaba flores nuevas,
y sus formas y su recuerdo a Granada,
despertaron de gaditanas maneras.
Hoy su nombre no es el eco de una bala,
sino un claro y gran recuerdo de belleza,
nunca tuve con ella un duelo de espadas,
pues jamás fue mi enemiga, sino estrella .
Y ahora siempre que recuerde sus palabras,
ahora siempre que en Zambrano me entretenga,
estarán presente su nombre y su cara
para hacerme esclavo de su inteligencia.
Yo quisiera que al batir de mis dos alas
cuando sea una pizarra mi promesa ,
su recuerdo juvenil me embriague el alma
y en instrumento de ayuda me convierta.
Yo quisiera ser un día como Sara,
y enseñar llegando al alma de un poeta.
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