La mayoría de los seres humanos critican y critican a los demás seres humanos. Es algo bastante común y seguro que no pasa un día en el que no hayamos realizado alguna crítica. Pero, ¿cómo nos afecta ser criticados? ¿Por qué lo hacemos? ¿Resulta útil criticar a los demás?
No puede ser más interesante un libro de Dale Carnegie llamado “Cómo hacer amigos e influenciar en los demás”. La idea general de este libro es, que si cambias tu forma de actuar y pensar en determinadas situaciones, cambiarán radicalmente tus relaciones interpersonales, mejorando así la imagen que tienes de ti mismo y mejorando a su vez las relaciones con las personas que te rodean.
Con numerosos ejemplos y anécdotas interesantes, este autor nos cuenta que tendemos a decirles a los demás aquello que no nos gusta de ellos, pero este comportamiento no tiene apenas efectos positivos. “La crítica es inútil porque pone a la otra persona a la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el orgullo, tan precioso de la persona, hiere su sentido de la importancia y despierta su resentimiento.
El resentimiento que engendra la crítica puede desmoralizar empleados, miembros de la familia y amigos, y aun así no corrige la situación que se ha criticado”.
Si pensamos en alguna vez que hayamos realizado una crítica directa a una persona, ya sea un familiar o un profesor que critica a un alumno, pensemos si con ello conseguimos que esa persona deje de realizar aquello que genera nuestra crítica, sino que al contrario esa persona se pone a la defensiva, genera argumentos para justificar por qué se comporta así y además creamos un resentimiento interno en dicha persona que es muy difícil de eliminar por mucho tiempo que pase. ¿Y cuando hemos recibido una crítica? ¿cómo nos hemos sentido? Nos enfadamos, nos justificamos y guardaremos rencor a quién nos ha criticado.
Con la crítica calmo mis sentimientos. Es decir, cuando realizamos una crítica estamos intentando apaciguar nuestro malestar más que ayudar a la otra persona.
Así que, ¿cómo podemos mejorar esta tendencia de pensamiento y comportamiento? Está comprobado que mediante el elogio sincero y la aprobación conseguimos más cambios en los demás que criticándoles y cuestionándoles. Y esto, ¿por qué sucede? Pues porque prácticamente todos deseamos ser importantes. También es algo muy intrínseco de los seres humanos. Deseamos ser o sentirnos importantes, la diferencia radica en la manera en la que lo llevamos a cabo. Hay personas que se sienten más importantes vistiendo ropa de marca o llevando complementos también exclusivos. Otros se compran el coche último modelo. Otras personas se sienten importantes comentando a los demás lo inteligentes que son sus hijos y otras personas, como por ejemplo, algunos adolescentes se sienten importantes portándose mal y no dejando dar clase y molestando a sus profesores y compañeros.
Una de las historias que Carnegie cuenta, es la de una mujer sana e inteligente que llegando a cierta edad empieza a agobiarse porque piensa que ya no va a conseguir un marido y que los años futuros van a ser tremendamente infelices. La angustiada mujer se metió en la cama y su anciana madre estuvo diez años, escaleras arriba y escaleras abajo llevándole la comida, ya que la joven no salió en todo ese tiempo de su habitación. Su pobre madre falleció y ya sola, esta mujer estuvo unos días triste y lánguida, hasta que un día se levantó, se arregló y empezó a vivir de nuevo una vida normal. Es decir, a través de subyugar a su pobre madre se sintió tremendamente importante, perdiendo unos preciosos años.
También cuenta Carnegie, a través de diversos ejemplos, como muchos criminales, incluso asesinos, se veían a sí mismos muy buenas personas y con un gran corazón, pero que se sentían incomprendidos por la sociedad. Es decir, si hasta un asesino en serie siente que no tiene la culpa de sus delitos y culpa a los demás, cómo vamos a pretender que las personas de a pie sin instintos asesinos nos cuestionemos a nosotros mismos. Esa es la gran parte del problema cuando criticamos a los demás. Que no nos paramos a pensar, ¿qué puedo cambiar en mí para mejorar?
¿cómo puedo ser mejor amigo, mejor padre o madre o mejor profesor para mis alumnos?
Normalmente, la culpa la tienen los demás, nosotros no. Ese es el principal error.
Debemos aprender a mejorar aquello que sea posible mejorar en nosotros mismos y si algo no nos gusta de alguien, intentar no utilizar la crítica directa. Si algo no nos gusta, criticamos, si algo nos gusta no decimos nada. Se origina un tremendo cambio si utilizamos los elogios sinceros y la aprobación hacia los demás, más que la crítica continuada.
Mientras escribo este artículo estoy deseando de llevar más a la práctica todavía esta premisa, y te animo a hacerlo también. Con nuestros hijos, con nuestros alumnos, con nuestros padres, con nuestros amigos. Incluso con la gente que no es de nuestro círculo más cercano. Gente con la que interactuamos en nuestro día a día aunque sea apenas unos segundos o minutos. Tratar con amabilidad y ser menos exigentes con los demás, ya que así nos gusta que nos traten a nosotros.
“Pasaré una sola vez por este camino; de modo que cualquier bien que pueda hacer o cualquier cortesía que pueda tener para con cualquier ser humano, que sea ahora. No la dejaré para mañana, ni la olvidaré, porque nunca más volveré a pasar por aquí”.
Dale Carnegie, empresario y escritor estadounidense (1888-1955)
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