Al Bar La Esquinita de Estepona y a su dueño; un jerezano de arte y raza.
Gimiendo están los cristales,
temblando las azoteas;
ya se oyen por las calles
el murmullo de la fiesta.
Hombres, niños y mujeres
juventudes de la tierra,
van compartiendo saberes
vino, humo, gracia y juerga.
Málaga se oye en sus cantes,
Estepona en sus maneras
y al frente un marido y padre
de Jerez de la Frontera.
En la Calle Pozo Pila
sin bronca , peleas, ni guerra,
un pequeñito bar brilla
con aromas de taberna.
Lo gélido en su bebida,
la mar salada en sus mesas,
su encanto: ser una esquina,
su secreto: la pobreza.
Cuando bajo Torrejón
y escucho la risa inmensa
de un barrio de pulmón fuerte
con más clase que riqueza,
se me embruja el corazón
y me empuja su gran fuerza
a la barra del amor
hasta que cierra sus puertas.
¡Ay, Esquinita de sueños,
que en ti parí este poema!
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