Cuando iba a descansar a mi habitación, escuché voces de personas hablando, una me pareció la de Patxi. Como la puerta estaba entreabierta, me asomé, era él.
—Pasa Peto –dijo amablemente.
Allí estaban dos de seguridad mirando los monitores exteriores, pero no hablaban de seguridad, sino de un perro que había desaparecido días atrás. Me acordé de Rex.
—¿De qué raza era el perro desaparecido– pregunté presagiando una desgracia.
—Era un mastín viejo con más de diez años.
—Con la mala leche que tiene es mejor que no aparezca –comentó uno.
—A mí me enseñó los dientes el otro día con intención de morderme –dijo el otro.
—Yo soy detective y os puedo localizar al perro. Sólo necesito un mapa de la zona. Soy colaborador de la policía y ya les he resueltos algunos casos difíciles.
Los tres me miraron con cara de incrédulos.
—Dale un mapa al sabihondo, no perdemos nada dándoselo.
—Entró en Internet y en un par de minutos tenía un mapa bastante detallado de la zona.
—Sólo abarca cinco kilómetros a la redonda –aclararon.
—¿Cuánto tiempo tardarás en resolver el enigma?
—Depende, puede que una hora, a lo sumo veinticuatro horas.
En ese momento me consideraron un cantamañanas.
—Os apuesto cuarenta euros – dije sacando un montón de billetes del bolsillo.
—¡Hecho!
Patxi no participó en la apuesta.
Tumbado en la cama boca arriba me dormí e invoqué ala bisabuelo.
—¿Dónde estás ahora granujilla? Aquí tengo a Rex por si lo necesitas.
Le conté el caso y en menos de treinta minutos lo tenía resuelto. Me desperté, cogí el mapa y marqué con un círculo el lugar que me indicó el bisabuelo. Era fácil de localizar por ciertas marcas del terreno. Después de asearme, cogí el mapa y bajé a la habitación de los monitores. Continuaban discutiendo la absurda apuesta.
—Os costará veinte euros a cada uno, yo confío en el muchacho –comentó Patxi.
Como la puerta estaba entreabierta, golpeé con los nudillos de una mano.
—¡Pasa! —exclamaron los tres, te estábamos esperando.
—¿Cuándo dijiste que resolverías el caso? –preguntó uno con “recochineo”
—¡Ya lo he resuelto! –exclamé entregándoles el mapa..El perro está muerto, no tengáis prisa por llegar. Llevaros una máquina de fotos, os va a hacer falta –les aconsejé.
Patxi y el de seguridad se marcharon en busca del todoterreno.
¿No me habéis preguntado cómo murió el perro?. Cuando veáis las fotos, encontraréis tres esqueletos. Vuestro perro fue atacado por una manada de lobos. Mató a dos y el resto devoró los cadáveres. Sólo encontraran, huesos, restos de piel y el collar de púas. Junto a los esqueletos hay un árbol quemado y una roca plana que sirve de asiento a los buscadores de setas.
—Cuándo vuelvan mis compañeros lo comprobaré y te pediré disculpas si llevaras razón.
Media hora tardaron en volver.
—No te lo vas a creer Juan .dijo el compañero.
—Deja que lo adivine Quique. Encontrasteis tres esqueletos junto a un árbol quemado, uno era el del mastín y los otros de lobos.
—¿Cómo lo sabes si no los vistes?.
—Me lo contó el chaval cuando os marchasteis.
—¿Cómo lo averiguaste? ¿Eres brujo?
—No os molestéis, no suelta prenda. Siempre contesta “secreto profesional”
—Se lo comunicaremos al jefe por si piensa traer otro perro.
—Hacedlo como cosa vuestra, a mí lo que me importa son los cuarenta euros.
Uno de ellos cogió la bolsa de plástico con el collar ensangrentado y fue a dar la novedad al señor Ignacio con las fotos en la mano.
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