El plumero, también conocido como rabo de gato, pasto de elefante, etc. (Pennisetum setaceum), es una planta subarbustiva semiperenne (hemicriptófito rizomtaoso y cespitoso), de la familia Poaceae, originaria de la región paleotropical (desde el nordeste de Africa al sureste de Asia), alcanzando hasta 130 cm de altura formando densas macollas. Hojas con limbo enrollado, con una conspicua costilla en el haz; lígula reducida a una hilera de pelos. Inflorescencia típicamente plumosa, en panícula cilíndrica (6-30 cm de longitud), plumosa, normalmente púrpura o rosada; espiguillas (5-7 mm de longitud) sésiles o pediceladas que se desprenden fácilmente en la madurez. Fruto en cariópside oblongo.
Esta planta suele encontrarse de forma espontánea en playas, cunetas, terrenos y ambientes viarios próximos a la costa. En zonas acantiladas suele colonizar los barrancos próximos a la costa. Florece desde marzo a septiembre. Su reproducción es sexual. La diseminación es anemócora, hidrócora, zoócora y antropócora.
Es una planta adaptada a una climatología cálida y seca, por lo que no soporta las heladas, el encharcamiento y la sobra densa. En cambio soporta bien la sequía, la salinidad y los vientos fuertes. Su crecimiento óptimo se da a 14-30ºC. Prefiere irradiación solar directa. Se trata de una especie longeva para ser una herbácea, ya que puede superar los veinte años de vida , prospera en todo tipo de suelos (desde ácidos a alcalinos y de arenosos a pesados), y tolera bien el fuego, que incluso estimula el crecimiento de la planta (pirofilia); presenta una elevadísima capacidad de dispersión (adherida a las ropas o el pelaje o plumaje de animales, flotando en la superficie del agua, vientos y, muy especialmente, corrientes de aires generadas por los vehículos).
Por la belleza de sus espigas o plumeros, se ha usado como planta ornamental, tanto en jardines y urbanizaciones como para diseños paisajísticos y aún hoy día se pueden encontrar ejemplares en una buena cantidad de jardines, de forma aislada o en grupos. También se ha utilizado para floreros de centro de mesa en decoración de interiores. Esto ha propiciado su cultivo y comercialización en algunos viveros, incluso a pesar de ser declarada como planta invasora.
Se trata de una especie recientemente introducida (posiblemente durante el siglo XX) y que se observa escapada de cultivo en España por primera vez, en 1989. Tras su uso generalizado como planta ornamental, su carácter invasor quedó demostrado rápidamente, especialmente en las islas, donde ha llegado a ser un problema ambiental grave. Este carácter invasivo se debe a su capacidad de diseminación, a su crecimiento muy rápido, dando lugar a densas macollas, por ser muy longevas y por soportar bien los incendios, siendo incluso un combustible fácil que tiende a aumentar el riesgo de incendios forestales, no teniendo dificultad en rebrotar posteriormente. No obstante, hasta el momento, no se puede considerar que esté generando impacto en Andalucía (no así en Canarias, donde los daños son graves), pero de continuar su expansión, éste será de tipo ecológico y paisajístico, ya que las robustas y verdes macollas se alinean a lo largo de las vías de comunicación y cauces o ramblas, o bien forman rodales extensos en llanuras, lo que genera un aspecto muy alejado del paisaje original; en este proceso de colonización provoca también el desplazamiento (desconocemos si por competencia directa o por una mayor capacidad de ocupación de claros) de especies autóctonas, fundamentalmente viarias, aunque algunas de ellas no carecen de cierto interés desde el punto de vista ecológico (como Hyparrhenia hirta).
En Andalucía se dispone aún de muy pocos datos de poblaciones espontáneas, detectándose tres núcleos preocupantes, situados en Cádiz, Málaga (Puerto Banús) y Almería (Adra). En la Axarquía ha sido detectada desde Rincón de la Victoria hasta los barrancos que llegan al Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, extendiéndose hacia la costa de Granada.
Para su control se recomiendan métodos físicos (arranque manual) y químicos (herbicidas). El arranque manual es factible (especialmente si la planta no está muy extendida), si bien las operaciones deben prolongarse durante bastantes años (2-3 años no son suficientes) y deben ser efectuadas antes del inicio del espigado o, como mínimo siempre antes de la maduración de las semillas (lo que ocurre con bastante rapidez, una vez formadas las flores), para lo cual antes del arranque, las panículas deben encerrarse en bolsas, ser cortadas por los tallos y guardadas en cajas o bidones herméticos que garanticen la no dispersión de los frutos ; la planificación debe ser muy cuidadosa y encaminada a no favorecer la dispersión de los frutos, por ejemplo, realizándolas en días sin viento, prestando atención a la indumentaria de los operarios, que no deberá estar formada por tejidos adherentes si es posible, en casos de actuaciones en cauces o zonas de pendiente las labores se realizarán en sentido descendente, etc. Deben realizarse varias pasadas cada año para eliminar a todos los individuos, incluidos los juveniles que pudieron pasar desapercibidos en la primera pasada ya que los individuos relativamente pequeños son también capaces de fructificar. Cuando la zona invadida es extensa, los métodos físicos deben combinarse con herbicidas (puede, por ejemplo aplicar herbicidas sistémicos de pre-emergencia contra monocotiledóneas herbáceas perennes ). Como medida preventiva debe prohibirse inmediatamente la producción y uso de esta especie en Andalucía y en España, eliminar su presencia en jardines públicos y promoverse su desaparición de los jardines privados, especialmente si están próximos a espacios naturales protegidos.
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