— Hola, buenas tardes.
— Buenasss… – contestó el dependiente de la tienda de informática.
— Mire: Compré esta impresora hace unos tres años y ya no está en garantía. Es muy buena y
me gustaría repararla.
— Pues verá. Según veo la reparación le va a costar unos 40€
— No es caro – contestó el cliente. – Arréglela por favor.
— Es que le comento – prosiguió el dependiente — Allí tenemos la nueva versión de esta impresora, que además ahora viene con WIFI, Bluetooth, imprime mejor, más rápido y gasta menos tinta, además de venir con todos los cartuchos de regalo por 49.95€.
— ¡Eso cómo va a ser, hombre?
— La obsolescencia programada de los productos, señor.
—-
¿En serio creéis que el cliente va a arreglar la impresora? ¡NAHHH!
—-
¡Qué bonita palabra! O-B-S-O-L-E-S-C-E-N-C-I-A. Etimológicamente hablando su significado viene de obsoleto/a y según la RAE esto significa:
obsoleto, ta
Del lat. obsolētus.
1. adj. Anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o necesidades actuales. Un sistema
de enseñanza obsoleto.
2. adj. Dicho especialmente de una palabra: Que ha dejado de usarse.
Por lo tanto, la expresión que encabeza este artículo puede definirse como “Programar la vida útil de un objeto”.
¿Cuántas veces hemos escuchado eso de que “un coche tiene una vida de 15 años” o “una televisión dura 10 años”?
Claro, habrá casos como en otras muchas cosas, que duren bastante más, o bastante menos, ya sea por un excesivo cuidado del objeto en sí, o un maltrato continuado del mismo.
Pero, ¿todo esto es cierto? ¿Existe de verdad? ¿Qué ventajas tiene?
Vayamos por partes, un poco de historia:
Vayámonos al principio del siglo XX, cuando un gran inventor (querido por unos y odiado por otros), Thomas Alva Edison1 , inventa la bombilla: Un globo de cristal con el vacío en su interior (o en otros casos rellenos de gases inertes), el cual posee un filamento, al principio orgánico, luego de cobre y al final de wolframio. Este filamento es recorrido por corriente eléctrica produciendo su incandescencia, y al no haber oxígeno en su interior, este no se parte ni se deteriora manteniendo una luz constante.
Pues bien, el Sr. Edison construyó una bombilla que según él duraba 1.500 horas. Los siguientes productores en masa de este gran invento ofrecían en sus publicidades de la época, bulbos luminosos eléctricos, que duraban más de 2.000 horas, y así comenzó una batalla productiva e investigatoria para ver quien hacía la bombilla más duradera… hasta aquí os hago una pregunta… ¿Nadie ve el problema en esto?
Es bien sencillo, si haces una bombilla que dure eternamente, cuando todo el mundo tenga las bombillas que necesite nunca más comprarán nuevas, por lo que la ley de la oferta/demanda no funcionaría.
¿Qué pasó entonces? Que, en 1924, las grandes compañías productoras de bombillas crearon el Cartel Phoebus, que no fue más que un tratado entre Phillips, Osram y General Electric donde se estandarizó del procedimiento de venta, duración de las lámparas (debían durar 1000 horas de media), y marcar unos mínimos de calidad.
- El cartel Phoebus dividió los mercados mundiales de bombillas en tres categorías:
- Territorios nacionales, el país de origen de cada uno de los fabricantes
- Territorios Británicos de Ultramar, bajo control de Associated Electrical Industries, Osram, Philips, y Tungsram
Territorio común, el resto del mundo
Todo esto se fue al garete a mediados de los 50 cuando la SOCIEDAD EUROPEA LUMA (creada en su mayor parte por países nórdicos) empezó a producir las mismas bombillas a un precio extremadamente reducido.
Una historia parecida podéis transpolarla al mundo del nylon, ya que, al ser el producto original casi indestructible, tuvieron que bajar la calidad del mismo para poder seguir con sus ventas.
Y aquí amigos es donde se empezó a usar este concepto (además del término) en muchos productos.
Por esta misma razón escuchamos a nuestros abuelos decir: “Los coches de ahora no son como los de antes”
Vale, todo esto está genial, pero, ¿es 100% así? A mí me gusta pensar que no. Creo que hay una parte que cumple este tema que tratamos, pero hay otra parte que ha de cumplir con la calidad/precio en los productos y esto sigue dependiendo del coste final al cliente.
Pongo como ejemplo 2 coches de marcas conocidas:
El primero es un DACIA LOGAN y el segundo es un BMW Serie 1. Se pueden catalogar más o menos en la misma gama de coche (motor, CV, etc).
El primero se encuentra DESDE 8.250€ y el segundo DESDE 19.900€ y el y sí, una gran parte es por la marca, ya que una marca bien generada y asentada vale dinero (véase el caso de Xiaomi y Samsung del que hablábamos en el artículo anterior), pero otra gran parte son las calidades de construcción de uno y de otro vehículo.
Si la calidad es mayor, a parte del incremento del precio, la durabilidad del producto ha de ser igualmente mayor (repito que puede haber casos excepcionales a favor o en contra a esta afirmación2).
Y ahora sabiendo esto, volvamos a la conversación con la que empezaba hoy el artículo. ¿Creéis que es mejor arreglar la impresora, o comprar la nueva? Yo pienso que comprar la nueva ya que, aunque la arregles, en pocos meses dejarán de fabricar piezas y cartuchos de tinta específicos para esa máquina: Renovarse o morir, pero el tema es que poco a poco nos van obligando a renovarnos por narices.
¿Sabéis que en Europa tenemos mucha tendencia a la reparación y al reciclaje? Pues sí somos pioneros en esto y no es por ser rácanos o por ser más ecológicos, sino que nos conformamos con un buen producto que cumpla su función y sea bueno. Antes se arreglaban más televisiones, radios, lavadoras, frigoríficos, etc. Ahora se tira y uno nuevo.
Por todo esto, la Unión Europea en el julio de 2017 presentó una serie de medidas (de las que sinceramente no se han vuelto a oír más) que constaban de lo siguiente:
- Establecer un “criterio de resistencia” para cada tipo de producto que garantice su reparabilidad y su calidad.
- Si la reparación de un dispositivo dura más de un mes, la garantía debería ser extendida ese tiempo que no tengamos el dispositivo.
- Crear incentivos para fomentar las reparaciones y las ventas de segunda mano.
- Tener siempre la opción de optar por un reparador independiente; que no dependamos exclusivamente del fabricante.
- Componentes esenciales como las baterías y pantallas deberían poder intercambiarse.
- Los fabricantes deben ofrecer partes de repuesto.
- Se debería crear una definición comunitaria de “obsolescencia programada” e introducir pruebas contra este tipo de prácticas.
Algunas de estas sí que se han visto incrementadas en el último año, como la aparición de tiendas especializadas en ventas de segunda mano.
Otra muy interesante es definir de forma específica y legislar la expresión “Obsolescencia Programada” ya que actualmente creo que se encuentra en un estado semi-etéreo y que no deja especialmente nada claro.
¿Qué opináis sobre esto? ¿Os lo creéis o sois más escépticos?
Siempre estoy en Twitter para vosotros/as como @garciafiloso
1 Que sí, que tenemos muchos haters de T. A. Edison que achacan la invención de la bombilla a S.W. Swan. Pero yo me quedo con la versión que aprendí en el cole
2 De hecho existe una bombilla que sigue encendida a día de hoy desde 1901 en la estación de bomberos de Livermore (California). Si queréis verla podéis entrar en la webcam que transmite en directo imágenes de esta bombilla de forma ininterrumpida www.centennialbulb.org)
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