El dondiego de noche, también conocido como arrebolero, bella de noche, don pedreo, jalapa, etc. (Mirabilis jalapa) es un planta bulbosa (geófito escaposo), de la familia Nyctaginaceae, originaria de la región neotropical (Sudamérica), pudiendo alcanzar hasta 1 m de altura. Hojas ovadas (5-10 cm de longitud), de ápice acuminado y base truncada o subcordada. sí, en cimas terminales. Flores fragantes, cada una rodeada de un involucro caliciforme (0,6-1 cm) pentabracteado, tubular o estrechamente campanulado, persistente; periantio infundibuliforme, del que destaca un largo tubo (25-35 mm), pubescente en la base, contraído sobre el ovario, de color muy variable (blanco, amarillo, rojo, rosa, variegado, etc.); androceo con 5(6) estambres cortamente exertos. Las flores se abren al atardecer y suelen permanecer abiertas hasta media mañana. Fruto tipo aquenio (6-9 mm), elipsoidal u ovoideo, acastillado o verrucoso, color verdusco o amarillento.
De forma espontánea crece en ambientes ruderales (comunidades hipernitrófilas, escombros, ruinas) y viarios (bordes de caminos cercanos a viviendas). Florece de junio a septiembre (prácticamente todo el año en las zonas costeras cálidas de Andalucía). Su reproducción es sexual, pero también asexual vegetativa, a partir de fragmentos de raíz, que presentan también capacidad para emitir rebrotes. La diseminación es autócora.
Es una planta adaptada a vivir en zonas cálidas, soleadas y secas por lo que no es tolerante a las heladas, al encharcamiento y la sombra densa, y en cambio es tolerante a las oscilaciones térmicas, la sequía y los vientos fuertes. Estos requerimientos explican que por ahora no se haya encontrado espontáneamente más que en el litoral andaluz.
Fuera de los jardines, la esta planta parece que no tiene dificultades en colonizar zonas nitrificadas, donde puede producir un impacto ecológico. Se ha observado creciendo con otras especies ruderales o viarias como Carrichtera annua, Dittrichia viscosa, Fumaria spp., Piptatherum miliaceum, etc. La proliferación de la especie está íntimamente ligada a la creación de nuevas áreas habitadas, lo que explica que actualmente sea cada vez más frecuente observarla en zonas costeras (incluyendo los espacios naturales protegidos) y en sus proximidades. Ya que los biotopos ocupados son espacios esencialmente ruderales, y ya que suele habitar espacios vacíos, resulta complicado analizar el grado de interferencia que puede representar frente a la flora nativa, aunque como en todas las especies naturalizadas, su existencia supone un grado mayor de desviación de la naturalidad, aspecto que sí puede evitarse en espacios protegidos. El hecho es que pero sus interacciones con las biocenosis de los ecosistemas invadidos no se han evaluado aún. Debe tenerse en cuenta que la planta produce cantidades importantes de tri-terpenos, flavonoides, alcaloides y esteroides, que inhiben el crecimiento de numerosos microorganismos, hecho que podría afectar de algún modo a la dinámica edáfica.
Por las razones anteriormente expuestas, esta especie sólo se ha detectado creciendo espontáneamente en el litoral de Andalucía, frecuentemente en lugares nitrificados, campos abandonados, bordes de caminos, etc., incluyendo espacios naturales como el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, pero no se descarta la posible extensión por valles resguardados en espacios prelitorales.
Par su control se aconsejan métodos de tipo físico (arranque manual), la retirada manual de la parte aérea y subterránea (para lo que puede ser necesario cavar a bastante profundidad) repetida durante varios años hasta agotar las reservas del banco de propágulos. El control químico es posible (pueden emplearse herbicidas contra dicotiledóneas herbáceas perennes, entre los que se recomiendan productos translocables), si bien, en principio no suele resultar necesario. En realidad , hasta el momento, la existencia de poblaciones de esta especie a escala local , está ligada a su uso como ornamental, por lo que controlando o evitando su empleo en espacios protegidos y zonas próximas, puede contribuirse a mantener sus poblaciones a niveles reducidos. Esto es recomendable pues mietnras que a escala de rodal o de parcela la dificultad es de grado bajo, a escala mayor esta dificultad se eleva a grado alto, al nivel de invasión que actualmente se ha detectado, ya que está ligada a las zonas habitadas, muy numerosas a lo largo de la costa andaluza; para ello, debería marcarse como objetivo el largo plazo y, junto a actuaciones repetidas de eliminación, prohibir su empleo en los jardines andaluces, lo que resulta poco factible en estos momentos
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