De nombre científico Trachemys scripta, el galápago de Florida es un Reptil Quelónido de la familia Emydae, de tamaño medio cuyas hembras, mayores que los machos, llegan a alcanzar una longitud de 30 cm de caparazón, aunque el tamaño medio suele ser inferior a los 25cm las hembras y 20cm los machos. Se caracteriza por tener unas manchas a los lados de la cabeza con un colorido rojo (subespecie T. scripta elegans) o amarillo (la subespecie nominal y T. s. troosti), aunque en algunos ejemplares se oscurece con la edad. Su piel es de color verde o marrón con multitud de líneas de color amarillo. El espaldar es ovalado, de color también verde o marrón, con manchas o bandas negras, verdes y amarillas muy variables. Plastrón más ancho anterior que posterior, de color amarillento con manchas oscuras que varían enormemente de tamaño y cantidad en función del ejemplar. Los machos tienen menor tamaño y un caparazón más estrecho y de menor altura que las hembras. Esto y el oscurecimiento general con la edad provoca que algunos se confundan habitualmente con los galapagos leprosos.
Mauremys leprosa.
Hábitat. Suele aparecer en estanques urbanos o cerca de grandes núcleos urbanos, que es donde más gente los suele liberar, pero también sobreviven cuando son liberados en ríos, embalses, lagunas y otros puntos acuáticos (en Vélez-Málaga se le ha visto en las aguas estancadas de antiguas canteras de barro de las Campiñuelas). Aparentemente prefieren puntos de aguas tranquilas, con relativa profundidad y abundante vegetación ribereña, alcanzando grandes densidades en marjales litorales que no tengan alta salinidad. Para sus puestas parecen tener preferencia por suelos compactos y no arenosos, lo que puede estar condicionado a evitar la depredación.
Origen y distribución. Especie nativa de las Américas, donde tiene una amplia distribución en la mitad este de Estados Unidos, y ocupa también algunas partes del noreste de México. Actualmente se encuentra introducida en otras muchas partes del propio Estados Unidos y de otros países del mundo, sobre todo europeos. En efecto, el aspecto simpático de los galápagos recién nacidos provocó que en España a partir de 1991 se introdujera masivamente desde Estados Unidos, hasta el punto que era muy típico que en las casas algún miembro de la familia tuviese algún galápago de Florida en algún momento de su vida. No obstante, bien porque el dueño se aburría de la mascota, o por alcanzar esta una talla que exigía un espacio en la vivienda que no se le podía o quería conceder, por ignorancia muchas personas liberaban los galápagos en estanques y otros puntos acuáticos que a su vez hacían efecto llamada, pues personas que estaban deseando deshacerse de su galápago pero no querían matar al animal por haberle tomado cariño, le daban una “segunda vida” liberándolo en un sitio donde veía solearse otros galápagos. A día de hoy, Andalucía es una de las regiones más afectadas de España, y Málaga posiblemente una de las provincias donde más ejemplares se han encontrado en el medio natural. Se ha registrado su presencia en diversos puntos de la Axarquía, aunque no se conoce ninguna población permanente.
Carácter invasor. Se trata de una especie que alcanza una mayor talla que nuestros galápagos autóctonos, de modo que compite con ellos, tanto competencia trófica como por los lugares de soleamiento, y consecuentemente los desplaza, conociéndose incluso un caso de depredación de tortuga de Florida en un juvenil de Mauremys leprosa.
Se les considera una especie muy voraz por lo que supone igualmente una amenaza para peces, anfibios y otros animales autóctonos. Su impacto en nuestros ecosistemas es tan grande que la Unión Europea tuvo que prohibir su importación. Además, actúan como vector de la Salmonella por lo que puede ser un riesgo incluso para el ser humano.
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