A Sant Cugat del Vallés y al claustro de su Monestir
De piedra y majestuoso se presenta ante mis ojos
un precioso y claustro inmenso que perdura en mi memoria,
un fragmento de la historia que reflejan los esbozos
de una época pasada que le dio a un pueblo su gloria.
Un hermoso monasterio que es identidad sin dudas,
de un pueblo y de su cultura que conservan con orgullo,
lo más arraigado y suyo, su alma entera y tan desnuda,
que despierta siendo cuna de un amor cercano y puro.
En él un tesoro antiguo se escondía con recato,
que fue de San Cutufato y pasó allí a venerarse ,
hasta ser centro de base de una luna y mil estrellas
de catalanas maneras y mediterráneos aires.
Entre gótico y románico, renacentista y tan bello,
te hace levantar el vello cuando has cruzado sus puertas ,
pues su paisaje te enreda en un embrujo certero
y solo se oye el silencio y una fuente que no cesa.
¡Oh, Sant Cugat , qué hermosura!
¡Qué tarde te he descubierto!
¡Yo un loco amante de lunas!
¡Tú un relicario del tiempo!
¡Yo un gaditano de sangre !
¡Tú catalán y contento!
¡Yo un peregrino en tus calles!
¡Tú hoy por hoy mi alimento!
Perdóneme el corazón
por cantarle a este otro cielo
donde navego sin rumbo ,
donde hay veces que me pierdo.
¿Qué le hago si hoy mi pluma
en vez de escribirle al Puerto
tornó amante su escritura
al Claustro de un Monasterio?
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