Que poco queda para las vacaciones de Navidad, luces, regalos, reuniones…qué rápido ha pasado un año, ya, sin apenas darnos cuenta volvemos a estar en periodo navideño. Aunque es una época bonita, mucha gente se entristece y deprime más en estas fechas, así que os voy a hablar de algún consejo para fortalecernos cuando nos sentimos mal.
Todo el mundo a lo largo de su vida pasa por situaciones difíciles, como problemas de salud, situaciones económicas o laborales estresantes, conflictos con familiares o con personas de nuestro entorno, es decir, suceden situaciones que causan un profundo malestar.
Cuando ocurre un hecho traumático o una gran adversidad, el ser humano sufre un fuerte dolor emocional y también tristeza, pero hay personas que parecen resistir y combatir de una manera especial los problemas que se le presentan. Así, a veces escuchamos expresiones cómo “qué fuerte es…si eso me hubiese sucedido a mí, no hubiese reaccionado igual”, “yo, ante ese problema me hubiese hundido”, “no sé cómo ha conseguido sobreponerse, yo no hubiera podido”, etc.
La manera en que estas personas afrontan sus problemas les hace ser personas altamente resilientes, según un término usado en psicología. Ser resiliente no quiere decir que no se sufra o que no se padezca malestar alguno, pero sí que estas personas gestionan de forma más equilibrada sus emociones frente a aquellos que se hunden por problemas mucho menores y que viven constantemente agobiados y sintiéndose mal.
Aunque hay personas que innatamente son más fuertes o con mayor resiliencia, también puedes adquirir esta capacidad si te lo propones. A continuación te explico de qué manera puedes construir una personalidad más fuerte frente a la adversidad.
– Aceptación: las personas resilientes son personas que aceptan aquello que les ocurre, es decir, aunque el problema que se les presente sea difícil y duro, estas personas piensan que deben aceptar los problemas tal como vienen como primer paso de afrontación. Negar, resistirse y evitar los problemas no sólo no los solucionan sino que los empeoran y agravan aún más.
– Adaptación: Una vez que aceptamos el problema debemos pensar qué hacer para resolverlo, si es que este tiene solución. Si no es así, debemos ser flexibles y cambiar ciertas cosas. Ante los problemas financieros, nos adaptamos a los nuevos ingresos o ante un problema de salud, intentamos adaptarnos a una nueva vida con mayor número de citas médicas y de cambio de hábitos, por ejemplo. Pensar que ahora toca vivir esto y lo voy a hacer con el mejor talante posible es lo más sano y equilibrado para ti.
– Avanzar : dentro de lo posible, debes continuar con tu vida de la manera más natural posible. No debes paralizarte, seguir con tu día a día y seguir hacia delante es lo más acertado. Si te quedas demasiado tiempo paralizado y bloqueado te va a costar más solucionar el problema y pasar página.
– Optimismo: ser optimista o positivo te ayudará en tu actitud ante la vida. Eso no quiere decir que no debamos ser realistas, pero pensar siempre en negativo o que va a pasar algo terrible no te va a ayudar emocionalmente. Si no sabemos que nos deparará el futuro, ¿por qué no pensar mejor en positivo? De esta manera, sentiremos menos ansiedad y menos agobio, y puesto que pensemos lo que pensemos al final sucederá lo que tenga que suceder pues es preferible pasar ese tiempo lo más tranquilos y reconfortados que podamos.
– Empatía: si dejas de focalizar toda tu atención en ti y en tus circunstancias y prestas algo de atención a tu alrededor puedes mejorar mucho tu fortaleza interior. Ponerte en el lugar de los demás, te puede ayudar a tomar distancia y a relativizar conflictos interpersonales, dejando que situaciones enquistadas pierdan importancia, por ejemplo, en conflictos con algún familiar o un amigo cercano, si te pones un poco en su situación y en por qué puede que actúe así, puede que te ayude a quitarle hierro a enfados absurdos o cronificados en el tiempo.
Además, si de vez en cuando dejas de centrarte en ti y ayudas a alguien o prestas atención a alguna causa, como protectoras de animales o alguna asociación, por ejemplo, te vas a sentir muy bien contigo mismo.
En general, la clave está en aprender que no es lo que nos ocurre sino que la forma en la que gestionamos aquello que nos ocurre, es lo que va a determinar que seamos más o menos resilientes, más fuertes, más equilibrados y con mayores momentos de paz interior y felicidad. Ser conscientes del momento presente, practicar si puedes la meditación o el mindfulness, tener un mayor control de tu vida. Actualmente existe una corriente de pensamiento que habla de que aquello que nos ocurre nos va a ayudar a mejorar y evolucionar como personas si sabemos afrontarlo de la manera adecuada. Es un punto de vista interesante desde luego. Si te interesa este tema te animo a que investigues un poco sobre la vida de Viktor E. Frankl, neurólogo y psiquiatra austríaco, que vivió en la Alemania nazi en un campo de concentración y tuvo que enfrentar allí una época de gran sufrimiento y horror, pero la forma en la que gestionó aquella vivencia y que reflejó en su libro “El hombre en busca de sentido” es una lección de vida que podría ayudar a mucha gente.
Que los problemas no te paralicen, sigue adelante, vive, disfruta y no te rindas. ¡¡Feliz Navidad!!
“Las fuerzas que escapan a tu control pueden quitarte todo lo que posees excepto una cosa, tu libertad de elegir cómo vas a responder a la situación.” Viktor E. Frankl
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