Cuando un niño presenta alguna dificultad que repercute en el ámbito académico, afortunadamente, existen una serie de recursos que ayudan y apoyan a esos niños. Ya sea, si tienen dislexia, problemas de atención o algún trastorno o enfermedad más relevante, en las escuelas se suele desplegar un sistema de apoyo con profesionales que ayudan a que estos niños se integren y puedan mejorar su rendimiento académico, lo cual es muy positivo, a pesar de que todavía habría que mejorar muchas cosas. ¿Pero qué ocurre en el caso totalmente opuesto? Hay muchos niños que presentan unas aptitudes magníficas para el desarrollo de su capacidad intelectual, y con ellos no se hace nada fuera de lo ordinario. Estos niños deben seguir el mismo ritmo que los demás, con los mismos temarios e incluso infinidad de veces pasan desapercibidos. Desde mi punto de vista es un tremendo error no prestar más atención a estos niños, a los que si se les refuerza y se le potencian sus aptitudes podrían ser adultos altamente cualificados y ello repercutiría positivamente en nuestra sociedad.
Existen un sinfín de términos para designar y clasificar los diferentes tipos de “capacidades intelectuales”, ya que el ser humano parece tener la necesidad de organizar y etiquetar todo, hasta a nosotros mismos. Dentro de la temática del superdotado podemos encontrar términos como genio, prodigio, talentoso, precoz, altas capacidades, etc. Para desarrollar este tema de forma más simple, me voy a centrar en el ámbito educativo o escolar para diferenciar entre alumnos con altas capacidades, alumnado talentoso y superdotados.
El alumno superdotado representa entre un 1 y un 2% del alumnado de altas capacidades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como superdotado a toda persona que supera un coeficiente intelectual de 130 en un test homologado de inteligencia.
El alumno talentoso suele mostrar aptitudes y habilidades especiales hacia un ámbito concreto (artístico, verbal, matemático…).
El alumno con altas capacidades intelectuales tiene una capacidad intelectual superior a la media (CI=100), y constituyen entre el 15-20% de la población. Son niños muy creativos y motivados por aprender cosas nuevas.
La diferencia entre este tipo de alumnado, es que el alumno con altas capacidades intelectuales es más común y se debería atender a estos niños que poseen un maravilloso potencial y que infinidad de veces pasan desapercibidos tanto por padres como por profesores. ¿Cómo sé que mi hijo o alumno tiene altas capacidades intelectuales?
Estos niños suelen ser muy precoces en el lenguaje, presentando un vocabulario extenso y “culto” para su edad y suelen explicarse muy bien.
Suelen ser muy creativos incluso originales en sus juegos e ideas.
También pueden ser niños emocionalmente bastante empáticos, es decir, se preocupan por las emociones de los demás y suelen tener un sentido de la justicia muy desarrollado desde muy pequeños.
Les interesan diversos temas a nivel más profundo como los animales, la lectura, la historia, el medio ambiente y pueden hacer muchas preguntas porque suelen tener interés por multitud de temas.
Son niños a los que les suelen aburrir las tareas mecánicas o repetitivas, así como temas que se dan en el colegio y que como ya conocen les aburren, por lo que en ocasiones, los profesores no se dan cuenta del potencial de estos niños y no los detectan.
Estas son algunas de las muchas características que pueden presentar estos niños. Detectarlos para poder desarrollar su potencial sería fundamental, no sólo por su crecimiento a nivel académico, sino para que se desarrollen plenamente, a nivel emocional y personal. Un niño/a que se siente a gusto y pleno, tendrá una mayor autoestima y será más feliz. También es importante remarcar que muchas veces podemos pensar que nuestro hijo es superdotado o que posee altas capacidades y no es así. Hay niños y niñas que son muy precoces en el habla y tienen mucho desparpajo y soltura en sus acciones, pero no por ello son niños superdotados o con altas capacidades. Ante la duda, se debería consultar con el profesorado, e incluso con profesionales especializados en estos temas y no precipitarnos. Un diagnóstico no es aconsejable realizarlo antes de los 3 años para no confundir precocidad con alta capacidad.
Si finalmente nuestro hijo/a posee altas capacidades deberíamos ampliar y potenciar sus capacidades, atendiendo siempre a sus intereses y necesidades. Algunos preferirán estudiar idiomas y otros un instrumento musical, incluso a otros puede que les guste quedarse en casa leyendo o viendo documentales. También en el colegio se pueden hacer infinidad de cosas, como ampliar su currículo, es decir, ponerle actividades extra de investigación y ampliación, lecturas y trabajos de desarrollo, siempre también atendiendo a sus necesidades y bienestar, es decir, si el niño es feliz haciendo estas actividades. Si el profesorado es sensible a este tipo de alumnado, se puede conseguir una clase homogénea, donde tengan cabida todo tipo de inteligencias y aptitudes, sin detrimento de ninguna.
Quisiera terminar este artículo diciendo que a pesar de la capacidad intelectual de cada niño o niña, no debemos olvidar que son eso, niños y niñas, y que en esta sociedad de competitividad y estrés, deberíamos todos los adultos fomentar el juego, la alegría y la emoción de ser niño, experiencia que sólo se vive una vez y que nos marca toda la vida.
El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón
Henry F. Amiel
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