Una vez creada la asociación Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), su actividad primigenia, la del estudio, difusión y puesta en valor del patrimonio natural y arqueológico de la Axarquía, siguió su plan establecido años atrás, con propuestas didácticas para los institutos y escuelas, a través del Seminario Permanente de Ciencias Naturales de la Axarquía, el verdadero germen de GENA. Pero en esta nueva etapa, lo verdaderamente singular constituyó la beligerancia frente a los atentados contra el medio ambiente, hecho que en un principio compartió, en algunos casos, con la recién creada Coordinadora Ecologista Comarcal de la Axarquía (CECA), originada por la anulación del Consejo Municipal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, tras unos ejemplares trabajos realizados por los anteriores concejales de Medio Ambiente, José Luis Verdú y María Victoria Naranjo.
De este modo, en el mismo año de su constitución (1994), GENA se enfrentó al grave problema de las irregularidades en la composición química del agua potable en la red de abastecimiento de Vélez-Málaga, que por entonces aún se nutría del pozo del Molino de las Monjas. En este frente destacó José Luis Gámez, biólogo y analista de aguas, quien, como experto en estas cuestiones, nos asesoró sobre el problema de los anormales niveles de nitratos encontrados en las analíticas del agua potable en Vélez-Málaga. Desde entonces, esta persona nos acompaña en las filas de esta asociación, hasta la actualidad, en que forma parte de la Junta Directiva de GENA, con el cargo de tesorero. Las denuncias se interpusieron tanto al SAS como a la entonces Agencia de Medio Ambiente (AMA). El problema se solventó finalmente, y no se repitió gracias a la puesta en marcha de la acometida desde el Embalse de la Viñuela y la anulación del pozo del Molino de las Monjas, que era muy vulnerable a la nitrificación por las prácticas de riego por inundación (con sus correspondientes abonos), filtrándose al acuífero de este pozo.
A finales del año 1995 aumentamos la beligerancia frente a determinados proyectos y fomentamos otros. Por ejemplo, organizamos una recogida de firmas contra la urbanización del Cantal Alto de Rincón de la Victoria, una obra que suponía la desforestación de un matorral autóctono con especies raras como el espino Maytenus senegalensis, ahora en la lista roja de vegetales amenazados. También denunciamos la degradación de las riberas del río Vélez, donde se estaba talando ilegalmente los álamos de sus sotos para aprovechamiento agrícola. Por otra parte, aprovechando la celebración de un congreso sobre arqueología fenica, con la participación del famoso excavador del Bajo Vélez, Shubart, organizamos una recogida de firmas a los congresistas para que apoyaran la protección de todo el Bajo Vélez, hecho que fue respaldado por la mayoría de los congresistas. En este año también tuvimos que enfrentarnos a la cantera de áridos Pimbel de Alcaucín, que estaba explotando terrenos forestales públicos de lo que iba a ser el Parque Natural de Tejeda y Almijara. También nos dirigimos al Ayuntamiento de Vélez para que impulsara la recogida selectiva de basuras y que adoptara medidas de ahorro de agua. En Cómpeta apoyamos a los regantes frente a una captación de aguas de la comunidad de regantes de Torrox, aguas arriba del arroyo Patalmalara, que les perjudicaba.
En el año 1996 las acciones se prolongaron durante todo el año. Así, en el mes de enero tuvo protagonismo la defensa de los árboles, primero denunciamos la tala de 41 casuarinas de los arcenes de la carretera de Vélez-Torre del Mar, a cargo de operarios de la empresa que estaba preparando el terreno para construir lo que hoy es la autovía Juan Carlos I. En la denuncia intervino también el Seprona, pero se impuso el proyecto del ingeniero Juan José Soto, rechazando nuestra propuesta de que esos árboles fueran respetados por su valor biológico (son especies fijadoras del nitrógeno en el suelo), y se adecuara el proyecto a esta protección, lo cual fue rechazado. También denunciamos el proyecto de tala de acacias en el núcleo urbano de Cómpeta. En el mismo mes, denunciamos la contaminación acústica en Vélez-Málaga y en septiembre aconsejábamos la importancia de confeccionar un mapa de saturación acústica en las principales calles de Vélez-Málaga, como las calles Cristo y Canalejas, además de que se impida a los camiones frigoríficos que pernocten en el núcleo urbano, por el ruido que producen durante la noche. Y en este mismo mes dirigimos una carta de apoyo al Ayuntamiento de Arenas, por el conflicto que creó con Carreteras, por la colocación de una señales de tráfico irregulares, que advertían del peligro de atropello del camaleón, aconsejándole que utilizaran señales regladas de paso de animales. Desde junio a septiembre volvimos a denunciar sucesivos casos de irregularidades en la calidad del agua potable de Vélez y en junio denunciamos un vertedero incontrolado en Algarrobo. En julio recurrimos el proyecto de construcción de una carretera alternativa a la de Zafarraya, hasta Venta Baja, que incluía la perforación de la Sierra de Alhama por Marchamonas. El fuerte impacto que suponía este proyecto aconsejó que recurriéramos al Defensor del Pueblo.
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