Las relaciones de pareja soportan momentos de conflictos, de poco entendimiento mutuo y de frustración. Si ya es difícil evolucionar psicológica y emocionalmente de forma individual, imaginaros cuán difícil es hacerlo como pareja. Las personas vamos cambiando y evolucionando constantemente y cuando existe una relación de pareja, no siempre se evoluciona de la misma manera ni en el mismo momento.
Muchas parejas no resisten la convivencia, ya sea por las diferencias que van surgiendo con el tiempo o por la forma en que se enfocan los problemas que van apareciendo en la vida en común. Algunas parejas son tan infelices que deciden terminar esa relación y empezar desde cero. Otras parejas deciden darse una oportunidad tras otra, y a veces, conflictos no solucionados se van sumando y solapando. Ir a terapia de pareja es una decisión siempre acertada, ya que a veces, la comunicación se encuentra tan enquistada entre ambas partes, que un especialista externo puede ayudar a aclarar incluso aquello que ni siquiera había salido a la superficie y que puede que ni los miembros de esa pareja fueran conscientes de ello. Cada uno, instalado en su propio ego y su propio prisma de la realidad, distorsiona todo aquello que forma parte de la relación y de esa manera es muy complicado encontrar posibles soluciones.
A veces, he tratado a parejas en las que alguna de las partes ya no tiene sentimientos amorosos por la otra parte. La base de una relación sana de pareja debe ser el amor. Si le sumas el respeto mutuo (siempre, sin excepción, da igual la situación) hay mayores probabilidades de éxito en la terapia.
El psicólogo estadounidense Robert Sternberg, definió el amor de pareja como “un conjunto de sentimientos, emociones y valores que se encuentran presentes en una relación y que está compuesto por tres elementos fundamentales: la intimidad, la pasión y el compromiso”. Cada uno de estos elementos se encontraban de forma gráfica en cada vértice de un triángulo, y a esta teoría se la llamó el triángulo del amor de Sternberg. Esta teoría es de vital importancia en la terapia de pareja, pues el psicólogo o psicóloga buscará cuál de esos elementos son los que fallan en la relación que están tratando.
- La intimidad se refiere a la confianza, la complicidad y la cercanía que tienes con la otra persona. Es un nivel de conexión que sólo se adquiere con amigos muy cercanos o con familiares muy directos. A veces, sólo se adquiere ese nivel de confianza con tu pareja.
- La pasión se refiere a una atracción física e intelectual muy fuerte con la otra persona, tanto a nivel sexual como a nivel personal. Es querer estar con esa persona todo el tiempo posible.
- El compromiso se refiere a la decisión de ambas partes de construir un proyecto común y formar un equipo unido sin fisuras. Sería cuando se decide formar parte de la vida de la otra persona de forma estable.
Cuando uno de estos pilares falla, según Sternberg, la relación amorosa saludable empieza a desmoronarse. En la terapia de pareja, esta teoría sirve como guía para empezar a dilucidar cuáles serían esos cimientos agrietados y sacar en claro si es más positivo seguir el camino juntos o es mejor empezar un camino vital por separado.
No todas las personas tienen las mismas necesidades ni desean lo mismo para sus vidas. Existen infinidades de parejas que ya están prácticamente rotas, pero siguen juntas por motivos diferentes. El motivo más recurrente es “seguimos juntos por los hijos”, pero no siempre es una decisión acertada. Insultos, malos modos o faltas de respeto y consideración. Eso es lo que muchos niños y niñas ven a diario en sus casas. Criarse en un ambiente tóxico no es algo deseable y puede afectar considerablemente a esos niños. Algunos pueden pensar que así se relacionan los adultos y normalizar esos comportamientos, otros se darán cuenta del malestar subyacente en casa y ese ambiente les causará pensamientos internos que deberán gestionar durante su crecimiento personal. Algunos repetirán esos patrones de comportamiento y otros los rechazarán y no los querrán en sus vidas. A veces, decidir emprender un camino de pareja por separado, pero seguir unidos como familia, favoreciendo la cordialidad entre ambos adultos y la empatía, podría ser el ejemplo más sano que ofrecer a los hijos. Decidir intentar recomponer la relación y emprender una terapia de pareja puede ser también el inicio de un aprendizaje muy importante, ya que cada una de las partes puede aprender cómo funcionan dentro de la pareja. Hay patrones de comportamiento y roles que adaptan las personas y de los que no son conscientes. Todo ello saldrá a relucir en la terapia si se tiene buena disposición para mejorar y para realizar una considerable autocrítica. No siempre los demás tienen la culpa de todo y aceptar este hecho es algo que les cuesta aceptar a cierto tipo de personalidades.
Cultivar la relación de pareja es un camino constante y debe ser en ambas direcciones. De nada sirve esforzarse si la otra parte está en otro momento personal y vivencial y no muestra ningún tipo de interés. Pero, a veces merece la pena, si ambas partes lo ven factible, acudir a terapia para que alguien experto y con los conocimientos adecuados pueda guiar ese camino un poco estropeado para que pueda repararse.
“La señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros”. Paul Claudel, (diplómatico y poeta francés 1868-1955).
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