Hace treinta y cuatro años que un grupo de personas, entonces muy jóvenes, iniciamos una línea de trabajo, que a día de hoy todavía está en curso, consistente en estudiar la naturaleza de la Axarquía, difundir sus valores y defenderlos. Con ello nos sumábamos a aquella corriente, que podríamos llamar “axarquismo”, en la que diversas instancias, tanto intelectuales, como políticas e incluso empresariales, reivindicaban la “pequeña patria” de la Axarquía. Entonces, la palabra Axarquía, o “Ajarquía” como se pronunciaba antiguamente, era un término poco usado por la población, pero claramente presente en los estudios históricos. En medios intelectuales y políticos se empezaba a usar mucho, y en el mundo empresarial se empezaba a incorporar a el término Axarquía en los nombres de las empresas de la comarca.
Esta corriente comarcalista fue impulsada, entre otros, por Antonio Jiménez, un intelectual veleño que nos transmitió su idea de crear una entidad, que se llamaría Centro de Estudios de la Axarquía, cuyo objetivo fuera la de estudiar la realidad comarcal desde el punto de vista histórico, artístico, económico, social, etnográfico, ambiental, etc. El objetivo era sencillamente conocer mejor el entorno comarcal y sus gentes, descubrir y difundir sus valores, y, en definitiva, despertar el amor por una tierra, ya que es imposible amar aquello que no se conoce. Eran ideas atractivas, a las que algunos, como Miguel Ángel Torres, autor del primer mapa topográfico de la Axarquía y yo mismo en la vertiente naturalística y ambiental, nos sumamos gustosamente. Recuerdo especialmente la batalla contra el trazado del proyecto de la nueva autovía, una infraestructura que despertó una gran expectación, especialmente en el sector empresarial, por los obvios beneficios que traería para el desarrollo de la comarca.
Sin embargo, desde el Centro de Estudios de la Axarquía no nos pareció que su trazado, paralelo al litoral a su paso por el municipio de Vélez, fuera el más idóneo para la comarca. En esta batalla, que duró más de dos años, se puso de relieve el fenómeno económico y demográfico de la “litoralización”, la concentración de la mayor parte de la actividad económica, y por tanto de la población axárquica, en su litoral, dejando en una situación precaria todo su rico interior. En efecto, el trazado muy pegado a la costa, beneficiaba al litoral, que ya estaba desarrollando una actividad inmobiliaria vinculada al destino turístico de la costa, algo que entonces se acuñó con el erróneo nombre de “turismo residencial”, basado únicamente en la construcción de apartamentos como vivienda secundaria o vacacional.
Por este motivo, Miguel Ángel Torres, como topógrafo, propuso un trazado alternativo, consistente en desviar la autovía en un arco que alcanzaría la zona norte del municipio de Vélez, y con ello acercaría esta importante vía de comunicación a los municipios del interior, facilitando también las posibilidades de desarrollo de estos pueblos que quedaban relativamente lejos de la espuma de la ola de desarrollo del litoral. Idea defendida desde el Centro de Estudios pues, como se puede advertir, era un posicionamiento genuinamente “axárquico”, integrador de la comarca, apartándose de esa omnipresencia de la costa, como si en la comarca sólo este trozo de territorio fuera el único digno de ser potenciado. Pero el sector empresarial, muy interesado en que la obra beneficiara sus intereses en el litoral, se opusieron a esta idea. Se organizaron debates en el ayuntamiento, en la televisión, etc. y publicamos un artículo en el Diario Sur, que se hizo eco de esta problemática. Desde el sector político encontramos colaboración en el Ayuntamiento de Vélez, que facilitó una reunión con el Director General de Carreteras en Madrid, pero el proyecto ya estaba redactado y fue imposible doblegar (nunca mejor dicho) el trazado rectilíneo a su paso por el municipio de Vélez, perdiéndose así una magnífica oportunidad de equilibrar el territorio de la Axarquía. Hoy día nadie ignora el problema del despoblamiento que están acusando los municipios del interior, y no es aventurado afirmar que en gran parte es por esta errónea decisión.
Desde este núcleo de intelectuales del Centro de Estudios de la Axarquía se gestó el Manifiesto Comarcalista, presentado en el Ateneo de Málaga en junio de 1973, y se creó el periódico El Comarcal, todo dirigido a aquello que llamaban “hacer comarca”. También se estableció la onomástica del Día de la Axarquía, que se celebraba el primer domingo de primavera, en distintos pueblos de la comarca, una ceremonia en la que se galardonaba a personalidades del mundo artístico, intelectual, político y empresarial, etc, por su contribución al engrandecimiento de la comarca. Una iniciativa que, lamentablemente, desapareció al cabo de algunos años, por falta de apoyo político.
En este trasfondo de axarquismo y coincidiendo con una época en la que algunos docentes estábamos experimentando nuevas formas de enseñar Ciencias de la Naturaleza, tomando como “libro” la propia realidad que rodea a los centros educativos de la comarca, fue fraguándose el germen del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), especialmente cuando el Centro de Estudios de la Axarquía iba languideciendo por falta de apoyo político, aunque luego sustituido por otros formatos de foro, como los “Encuentros de la Cultura Veleña”, el “Ateneo Comarcal”, etc. Sirva este pequeño relato del contexto sociopolítico comarcalista de la década de 1985-1995, como introducción para la historia de esta asociación, a lo largo de 34 años, a fecha de hoy, que iremos desgranando, a través de nuestras obras, a lo largo de los siguientes capítulos.
ESTHER ACOSTA dice
Hola.
Hace tiempo que vengo siguiendo todo lo referente a Estudios de la Axarquia. Soy de Nerja, ahora estoy colaborando con una asociación sin ánimo de lucro de aquí y estoy encargada del tema de creación /gestión de proyectos sociales. Llevo tiempo con la idea de unir proyecto social con medioambiente. He seguido con especial interés el tema del desastre ecológico en los acantilados Maro-Cerro Gordo. La idea de mi proyecto intentaría unir valor personal (voluntarios y colaboradores)
con el de concienciar sobre el problema de las “toallitas humedas” que inundan mares y actuar para la eliminación de las ya existentes.
Yo estudié Bellas Artes y con estos proyectos trataría de unir mi formación a mi gran interés personal por todo lo eco.
Agradecería contacto con este grupo de investigadores /docentes porque no encuentro lugares de encuentro, a parte de Ecologistas en Acción, a cuya oficina tengo pensado ir.
Atentamente Esther Acosta Ramirez