Hoy me paro a reflexionar y escribo este artículo sobre cómo ha cambiado en muchos aspectos, entre ellos en lo profesional mi vida desde que el pasado viernes 13 de marzo se comenzara a hablar de un “estado de alarma” por el cual el país quedaría congelado en una situación nunca antes vista.
Yo trabajo en “Centro Aprende”, mi centro de logopedia en Vélez Málaga. Desde que comenzara el estado de alarma, tanto mis compañeras de profesión (y digo compañeras porque la mayoría somos mujeres, pero sin olvidar que también hay hombres) como yo, decidimos en prevención cerrar nuestros centros para evitar la propagación de este virus que ha cambiado nuestras vidas ya que no estábamos preparados ni teníamos medios para proteger y garantizar la seguridad de nuestros pacientes, sus familias y la nuestra. Nos vimos en la obligación y la responsabilidad, mejor dicho, de tomar esta decisión tan dura y que tanto nos afecta en todos los sentidos. Y no sólo por tema económico (que también y principalmente) sino por nuestro modo de trabajo y de vivir el día a día.
Nos hemos tenido que adaptar en la medida de lo posible y flexibilizar nuestro trabajo al realizar sesiones por Skype o videollamada con aquellos pacientes que hemos podido hacerlas según sus necesidades, porque la gran mayoría reciben una terapia que necesita de contacto físico y de cercanía o explicaciones y ejercicios complejos de hacer a través de una pantalla.
Ha sido duro, la mayoría de nosotros pertenecemos al sector privado por lo que somos autónomos, los logopedas apenas son visibles en hospitales o grandes centros sanitarios (muy mal por parte de las administraciones que no ven la necesidad). Nos vemos en la tesitura de marcar nuestro futuro laboral emprendiendo como trabajadores por cuenta propia siendo autónomos y soportando los gastos que nos ha tocado afrontar en momentos en los que nuestro negocio se ha encontrado a puerta cerrada. Quiero mandar todo mi apoyo a aquellos compañeros y compañeras que como yo tienen un centro sanitario por el que luchar, que poco a poco estamos intentando volver a ellos con las medidas preventivas necesarias para seguir ayudando a tanta gente que nos necesita, a las personas trabajadoras, los sanitarios, todo aquel que está en casa, todos esos niños que aguantan como campeones haciendo sus tareas que los profes les mandan por internet, a sus padres por compaginar trabajo, casa, hijos, todos los que tienen algún familiar o amigo enfermo o ha fallecido… todas esas personas buenas y responsables, los que nos protegen y cuidan, se merecen ese aplauso que cada tarde a las 8 cogimos por costumbre dar. Ese aplauso ha sido por todos ellos y por nosotros mismos. He querido dedicar mi artículo este mes a la situación que hemos vivido. Pronto volveremos a disfrutar de la vida, poco a poco lo estamos consiguiendo, pero no podemos olvidar que todos tenemos que poner de nuestra parte.
Deja una respuesta