El hecho de comunicarse con los demás es más importante de lo que en un principio podemos creer, la necesidad de comunicarnos va intrínseca en el ser humano, va unida a nuestras necesidades físicas y psíquicas. Somos incapaces de vivir sin comunicar, sin expresarnos, sin poder compartir con los demás aquello que sentimos o necesitamos, expresarse mediante la palabra, verbal o escrita, es utilizar este tipo concreto de lenguaje para exteriorizar lo que se siente y lo que se piensa. Es por ello que nuestra forma de comunicarnos va marcando nuestra personalidad, nuestro estado de ánimo o preocupaciones, así que, conociendo todo esto podremos comprender la importancia de cuidar, guiar y ayudar a la construcción de la comunicación con los demás, de nuestros hijos.
Desde muy temprana edad, los niños pueden ser oradores a pequeña escala, solo hay que ayudarles a expresarse, favoreciendo un clima de preguntas y conversaciones, donde se puedan sacar temas nuevos y puedan manifestar deseos. Podemos comenzar a jugar a contar historias, sobre qué pasó en el dibujo que viste en la tele, qué te dijo la profe en el cole o podemos simplemente preguntar sobre cómo te ha ido el día. Esto parece fácil, entonces probemos a hacerlo nosotros primero, lo importante es tener algo con lo que aprender a relatar, a la hora de colocar unos libros, a la hora de ordenar la ropa, de recoger unos juguetes… podemos dirigirnos a él y preguntarle ¿tú cómo lo harías?
Cuando salgamos de paseo o cuando vengan visitas a casa, será normal que se dirijan a nuestro hijo/a con alguna pregunta. No debemos contestar por él ni apremiarle, sino que responda como quiera. Debemos entender la base de toda narrativa, es decir, que haya un principio, un enlace y un desenlace en cada historia que contemos.
¿Qué ocurre cuando existen problemas de lenguaje?
Es posible que al niño o niña le esté costando más de la cuenta hacerse con el dominio de las destrezas lingüísticas, que tarde mucho en hablar o que cuando empiece a hablar este no pronuncie del todo bien las palabras, al contrario que otros menores de su edad, en estos casos es recomendable llevar a nuestro hijo al logopeda, este profesional podrá ser quien decida si existe algún problema que explique el retraso en el habla o si simplemente el niño o niña está teniendo un desarrollo más lento. Lo más recomendable es “nunca reírles las gracias”, muchos padres ven algo cómico en el hecho de que su hijo o hija no pronuncie bien una letra, pero en estos casos lo único que se consigue es que el menor asimile que está actuando de forma correcta. También podemos encontrarnos con problemas de dislexia o dislalia, esta última se presenta cuando hay diferentes dificultades en la expresión, como no saber pronunciar determinadas sílabas o letras, la más corriente es la “r” Lo que podemos hacer es repetir la palabra que el niño dice mal: “Ah!, la rata, ¿quieres que cojamos la rata? Venga vamos a jugar con la ratita”. Lo que nunca debemos hacer es ponernos a su nivel de lenguaje, pronunciando los objetos como lo hace él o sustituyéndolos: perro “gua, gua”, el pájaro “pi, pi”.
En definitiva sabemos que desde el momento que somos padres, estamos preocupadas/os por el buen desarrollo educativo de nuestros hijos, si aprendemos a guiarles en esta etapa tan importante como es la de la expresión oral y comunicativa, estaremos evitando problemas posteriores como madres que me cuentan de sus hijos/as: “no comprende lo que lee”, “cuando estudia necesita mucho tiempo para entender el tema” y “cuando consigue aprenderlo, es totalmente incapaz de poder explicarlo”. Comencemos pues a ser cómplices del profesorado, a confiar en la escuela y a jugar con nuestros hijos e hijas a contar historias.
Michell dice
Me gusta está información