Siempre he pensado que en la ardua tarea o afición por escribir o crear arte ,la libertad sería una constante en las sensaciones del autor mientras realiza su obra; mas ahora me hacen entender que no.
Viendo el otro día la película “Un perro andaluz”, de Salvador Dalí y Luis Buñuel y justo en la escena en la que los dos sacerdotes jesuitas eran arrastrados, amarrados a dos pianos de cola sobre los que yacían los cadáveres en descomposición de dos burros muertos, me di cuenta y no sin ayuda del profesor allí presente, de que los convencionalismos sociales, la educación religiosa o laica recibida y las carencias que hayamos podido tener en nuestras vidas no son otra cosa sino duras cargas que pesan y no nos dejan avanzar. Hay que renovarse para no morir; así nos lo hicieron ver los surrealistas y así pensaban que debían realizarse las cosas a finales de los años veinte del siglo en que nací.
Estoy de acuerdo en cuanto a lo de las cargas que pesan y nos no nos dejan avanzar en el arte para llegar al éxito , ya bien sea por la autocensura, las convicciones religiosas o nuestros distintos vicios y costumbres en el hacer y en el sentir , pero no en que la renovación sea la manera de conseguirlo; en ese aspecto, no “comulgo” con Dalí ni con Buñuel.
Yo sigo pensando como Lorca. Podemos avanzar y renovarnos, cambiar y realizar obras apartadas de nuestra corriente natural arraigada en la bajoandalucía o en la universalidad , pero si nos sentimos cómodos y disfrutamos o sentimos la necesidad natural de movernos en lo en lo llamado por la generación del 27 como “putrefacto”, no hemos de tener por qué cambiar; no hay que contaminar aquellos manantiales de agua en los que alguna vez o siempre hallamos la felicidad creativa. Esas fuentes, en mi caso, de las que bebieron el flamenco, los romances, la copla o la fiesta de los toros.
Pese a mi pensamiento, entiendo que no son casualidades y soy consciente de ello, la abundancia de personajes femeninos en las obras de Federico ni las manifestaciones de represión sexual presentes en la pintura de Dalí, así como tampoco lo es, por ejemplo, la fuerte presencia religiosa y bíblica en la poesía de Cesar Vallejo, del cual se ha cumplido hace poco 80 años de su muerte, pero ello no me hace sentirme necesitado de renovar mi escritura con postmodernismos ni cultura comercial simplemente por el hecho de cambiar .Prefiero seguir nadando en los mares del universo expresivo bajoandaluz neopopularista y empaparme del agua inspiradora que emana de las obras de los autores andaluces de visión tradicionalista.
Por tanto, puedo decir, que pese a saber que mi gustos literarios y expresivos no van acorde a los tiempos que corren y que la necesidad de renovación llama a la puerta de casi todos, me siento libre y completamente libre cuando escribo mirando al pueblo , bajo la mirada atenta de Dios y el acecho de la muerte y es ahí donde quiero abrir las semillas de mis sueños literarios . Así se sintieron Lorca, Juan Ramón Jiménez y otros muchos ¿Por qué lo sé ? Porque yo también nací siendo un perro andaluz.
Fotografías: Pepón Martín
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