Se nos dice que nuestra vida puede cambiar en pocos segundos, y de hecho así es, pero esto que nos ha sucedido recientemente era algo totalmente inesperado por la gran mayoría de la población. De pronto un virus que viene de un país oriental hace que nos tengamos que quedar en casa. En pocos días todo cambia, no más besos ni abrazos, ni saludos efusivos. Miedo, angustia, preocupación, no sólo por la situación sanitaria sino también por las consecuencias económicas y personales de cada uno.
¿Cómo aprender a gestionar todo esto? El ser humano como cualquier otro animal posee la gran capacidad de adaptarse a diferentes y adversas situaciones.
Por un lado, tenemos las circunstancias personales de cada uno y que también son muy importantes, como puede ser el apoyo social y familiar, es decir, las relaciones que tenemos con las personas que nos rodean.
Las circunstancias económicas, el trabajo que realizamos, si nos agobia o no nuestra economía. Estos dos pilares marcan la diferencia para una base emocional más o menos positiva.
Pero sobre todo, la diferencia radica en que cada persona tiene unas cualidades muy específicas que van a hacer que gestionen mejor o peor una situación compleja. Es decir, independientemente de tus circunstancias personales, el cómo gestiones todo lo que te ocurra va a determinar cómo vas a vivir y afrontar los problemas que se te presenten.
Llegados a este punto siempre me acuerdo de Víktor Emil Frankl, (1905-1997) neurólogo y psiquiatra austriaco que nació en una familia judía y que vivió los horrores en los campos de concentración nazis. Sus padres, su hermano y su esposa fallecieron en esos campos y la experiencia extrema de horror, hambre, frío, miedo, necesidad, etc. que debió vivir tendría que haber marcado su vida de forma negativa, pero a pesar de ello, se dio cuenta que encontrando sentido a su vida y dándole un significado pudo sobreponerse con mayor fuerza y dignidad a todo lo acontecido.
¿Cómo encontrar ese sentido o esa fuerza cuando uno se siente agobiado o en un mal momento personal?
- Lo primero es hacer un trabajo de autorreflexión. Es decir, debemos hablar con nosotros mismos sobre qué cosas nos hacen felices o son positivas en nuestras vidas. ¿Qué te gusta? ¿Con qué disfrutas? ¿Qué o quién te hace feliz? Seguro que encuentras más de lo que piensas.
- Encontrar un objetivo. Puede ser cualquier cosa, simple o compleja, desde ser voluntario en una ONG, o pintar un cuadro, o ir a pasear a diario y disfrutar de las vistas del mar. Objetivos, hay tantos cómo personas hay en el mundo. Debes encontrar el tuyo, uno o varios. Y no importa si son objetivos grandes o pequeños. Lo importante es que te hagan sentir bien, que sientes que te dan paz y que te hacen ser mejor persona.
- Debido a lo rápido que vivimos a veces y en lo inmersos que estamos en nuestras rutinas no solemos hacer este tipo de reflexiones. Puedes sentir que tu objetivo a corto plazo es mejorar las relaciones con tus compañeros de trabajo, o intentar ser mejor profesor para tus alumnos, o incluso ser mejor padre o madre, o mejor hijo/a.
- Pensar lo justo y necesario. A veces nos damos tanta importancia a nosotros mismos que dedicamos demasiado tiempo a pensar en nosotros. Esquematiza, intenta quitar lo poco importante o tóxico de tu vida y quédate con lo más importante y básico. Y no le des demasiadas vueltas a lo que pudo ser o lo que será. Porque el pasado no se puede cambiar y el futuro es imprevisible. Mejoremos nuestro presente. Estamos aquí y ahora, y si nos centramos en lo que podemos controlar y manejar en nuestro presente sin darnos demasiada importancia encontraremos una paz y serenidad que muy pocos encuentran pero que cuando lo hacen es una maravilla.
- Ya he nombrado otras veces el libro “El hombre en busca de sentido” de Viktor E. Frankl, pero lo vuelvo a nombrar en este artículo por si te apetece leerlo. Creo que debería ser lectura obligatoria en los institutos porque es bello y sabio y puede ayudarte a encontrar una perspectiva diferente y mejorar la forma de ver tu vida.
“Nuestra mayor libertad es la libertad de elegir nuestra actitud”. Viktor E. Frankl
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