A las consultas de psicología los pacientes acuden con diferentes motivaciones. A veces, se busca algún tipo de orientación o ayuda ante un malestar personal, otras veces lo que se busca es desahogarse y “soltar” aquello que aflige a la persona y también ocurre que lo que se busca es a alguien externo a su entorno personal que tome alguna decisión importante por uno mismo. Esto sucede en muchas ocasiones, y se explica en que nos da cierto vértigo tomar una decisión equivocada, por lo que se busca una persona “experta” que lo haga por nosotros.
Tomar decisiones forma parte de nuestro día a día, y aprender a hacerlo de forma autónoma nos dará la práctica que necesitamos a pesar de que alguna vez la decisión que tomamos no sea la correcta. Equivocarse forma parte de nuestro aprendizaje vital, ya que de los errores aprendemos mucho más que de los aciertos.
Pero para que los errores sean los menos, puedes seguir esta pequeña guía.
Elige un momento de tranquilidad y un lugar en el que puedas sentirte cómodo y relajado.
- Apunta todas las posibles opciones ante el dilema que se te ha presentado.
Valora ventajas e inconvenientes de cada una de ellas. - Selecciona aquella o aquellas que más te convencen.
- Visualízate con la(s) que has seleccionado y fíjate en cómo te esa elección te hace sentir.
- Piensa que es lo peor qué puede pasar con cada una de las decisiones que tomes.
- Ponte un tiempo límite dependiendo de las circunstancias para elegir una de las opciones. Esto sería para no alargar el proceso de forma interminable.
- Cuando te decantes por la decisión final, asume las consecuencias tanto positivas como negativas con una actitud de aprendizaje positivo. Todo nos va a enriquecer, tanto los aciertos como las equivocaciones. La vida se trata de ello.
He oído en múltiples ocasiones, “mi psicólogo me ha dicho que no haga esto o aquello”, o “mi psicóloga me dice que me divorcie”. Estas afirmaciones considero que no son reales ya que la función de los psicólogos es ofrecer todas las herramientas posibles para que sus pacientes aprendan a gestionar de forma equilibrada su vida. La gente suele utilizarlas para justificar sus acciones ante otros, pero no es muy justo para los psicólogos, la verdad. De todas formas, si tu psicólogo o psicóloga te dice qué tienes que hacer te aconsejo que busques a otro profesional cuanto antes.
En el proceso de toma de decisiones solemos usar dos diferentes vías:
La vía racional: nuestros pensamientos analizan pros y contras, y los diferentes posibles escenarios. Es nuestra mente analítica la que utilizamos en este proceso.
La vía intuitiva: aquí aparece aquello que conocemos como un “pálpito” o una emoción que nos hace inclinar la balanza hacia una decisión a pesar de los posibles inconvenientes que pueden aparecer.
Es positivo también acudir a aquellas personas que consideramos objetivas y sensatas para que nos ofrezcan los puntos de vista que a nosotros se nos pueden pasar por alto. A pesar de que es positivo pedir opinión cuando tenemos que tomar alguna decisión importante, es positivo que desarrollemos la capacidad de tomar decisiones nosotros mismos y así consigamos un mayor control de nuestra vida y lo que nos ocurre. Permítete cometer errores dentro de ese aprendizaje y recuerda que no sólo es importante aquello que nos ocurre sino también cómo lo gestionamos.
El miedo a pasarlo mal o a asumir consecuencias negativas a veces nos bloquea y nos impide tomar decisiones. Debemos distinguir entre esas decisiones no muy importantes y entre las que son más trascendentes en tu vida. Si aprendes a escucharte de forma calmada y analizas la situación con todos los pros y contras, sintiendo que eliges esa decisión porque en este momento de tu vida y con las circunstancias personales en las que te encuentras, es la más adecuada, seguro que será la decisión más acertada.
Como decía Nelson Mandela, “que tus decisiones sean un reflejo de tus esperanzas, no de tus temores”.
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