Cuando tengo el corazón en mil pedazos
y mi suerte se disfraza de agonía,
y la luna me acurruca entre sus brazos,
siempre hallo mi consuelo y mi alegría.
Era niño, muy muy niño cuando, antaño,
descubriera su pasión y su energía
en las coplas que escuchaba sin descanso,
en las nanas gaditanas que hacia mías.
Oh, quimeras de telón, focos y aplausos.
Oh, gargantas del pecado. Oh, ironía.
Oh, las almas arañadas del teatro.
Oh, la gran fuerza inmortal de la poesía.
Nunca pude aparte de mis labios,
Carnaval, cada febrero te bebía,
para luego pasearte todo el año,
como un simple pregonero de tu risa.
Oh, tesoro , arma letal. Oh, mi rebaño.
que me atas, que me enciendes y me obligas.
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