¿Cuál es la característica fundamental que comparten todos los psicópatas? La respuesta sería, la falta de empatía.
El término psicópata, procede de dos vocablos, psico- (psique o mente), y -pata (patía o enfermedad), por lo que entendemos que un psicópata es alguien que tiene una “mente enferma”, o más concretamente una personalidad malvada.
Ser empático es tener la capacidad de ponerte en el lugar del otro. Las personas empáticas son personas sensibles y capaces de sentir cuando otras personas sufren. Es por ello que las personas con falta de empatía son más propensas a hacer daño a los demás.
Debido a la gran cantidad de información que nos llega a diario en las noticias, sabemos cuantos problemas hay de acoso entre niños y adolescentes, incluso agresiones. ¿Hay más violencia actualmente que en años anteriores? ¿Por qué hay tantos casos de abusos y agresiones entre niños? ¿Por qué ocurre que niños y niñas que observan esos abusos no intervienen y sólo graban la escena sin inmutarse?
¿Qué puede estar ocurriendo?
Desde el punto de vista de la psicología explicar este problema es complejo ya que habría que estudiar muchos factores que se dan al mismo tiempo.
En la sociedad actual la inmediatez es la pauta general. Si queremos información, pues la tenemos sólo con teclear en internet. Los niños desde pequeños están sobreestimulados ya que es un mundo básicamente tecnológico. Les llega mucha información desde muchas fuentes diferentes y no todas son confiables. Además, desde pequeños, debido a esa inmediatez, quieren las cosas para ya mismo. No se desarrolla el esperar para conseguir algo. Es por ello, que desde pequeños no saben controlar sus impulsos y se frustran si no consiguen lo que quieren en el momento que quieren. Aquí, la labor de los padres es fundamental. Un buen trabajo en este sentido, hará que los hijos sean menos felices por no conseguir la chuche en el momento o las zapatillas de moda en el mismo día, pero serán adultos mucho más equilibrados y con una mayor tolerancia a la frustración en su futuro, y eso les va a ayudar más en su vida.
Poner límites también es básico pero cada vez es más escaso desafortunadamente. Como padres pensamos que nuestros hijos son maravillosos y seres únicos y especiales. Realmente eso es cierto, pero sólo son nuestros niños bonitos en nuestra casa. Fuera de ella son uno más o una más dentro de una gran sociedad. Si salen al mundo exterior y no se sienten tratados como pequeños príncipes y princesas van a pasarlo realmente mal. No darles gusto en todo y que tengan buenos modales será también básico para un buen desarrollo social y personal.
Valores. Criar a los hijos con unos cimientos sólidos en valores hará que se planteen que poner un mote terrible a otro niño, reírse de alguien por ser diferente o incluso agredir a este niño o esta niña porque me cae mal y punto, no sea el camino a seguir.
Potenciar en los niños la amabilidad, la educación y el saber estar son puntos muy importantes también para desarrollar la empatía.
Debemos enseñarles vías más equilibradas para gestionar las emociones. Ante un enfado o rabieta, hay formas menos agresivas de manifestar esa frustración. Pueden aprender algunas técnicas, cómo por ejemplo, “párate y respira, cuenta hasta cinco y luego cuenta hasta cinco otra vez hasta que el corazón vaya más despacio. Cuando te sientas más tranquilo me explicas cómo te sentías. Después vemos juntos qué ha provocado ese sentimiento y cómo podemos solucionarlo”.
Los niños deben sentirse queridos y aceptados. Educar puede que sea una de las tareas más complicadas e ingratas, pero si educamos con esmero a nuestros pequeños serán adultos más equilibrados emocionalmente. Si les damos todos los caprichos de pequeños y les dejamos ser groseros, molestos e irrespetuosos con la excusa de que “es que son niños” o “es que es pequeño”, se incrementará en la adolescencia ese comportamiento poco empático y de adulto no se eliminará por sí solo. A lo mejor esos padres no se plantean en el momento presente que ese niño o niña egoísta y mal educado, será en unos años padre o madre, que tendrá que educar a sus propios hijos. A lo mejor tampoco se plantean esos padres, que esos adultos con poca empatía son sus potenciales cuidadores. Sembrar hoy las semillas de un mundo futuro más amable y respetuoso es posible si se le dedica sentido común y esfuerzo.
Límites y respeto, más todo el cariño y amor del mundo, esa fórmula no suele fallar a la hora de educar a nuestros pequeños.
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” (Nelson Mandela)
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