En alta mar… había un marinero que, mientras la guitarra gustaba tocar en la borda de su barco pudo presenciar la agonía de una ballena. Nada podía hacerse pues al no ser un barco de pesca, no disponía de redes ni aparejos para socorrer al animal que irremediablemente apareció muerto varios días después en una lejana playa.
Con gran seriedad los medios divulgaron la noticia y el diagnóstico de las razones de la muerte del gigante marino: 80 bolsas de plástico en su sistema respiratorio.
Sin embargo los medios informativos mucho hablan de los plásticos y microplásticos en los mares y océanos. Poco sin embargo nos dicen de cómo llegan allí éstos asesinos no solo de la fauna marina sino…un suicidio de la humanidad que presenciamos cómodamente sentados viendo la tele.
No nos dicen que los desechos de las megaciudades de occidente junto a las del resto del mundo se envían a los países pobres , pagando por ello por supuesto. Luego, por sus ríos llegan a nuestra ballena muerta, hacia nuestras tortugas muertas, y de a poco quizás nuestra propia muerte… ¡no olvidemos que la proteína marina es la que nos queda!
Datos bien informados, pero que la prensa nunca menciona, certifican que 2,75 millones de toneladas de residuos plásticos fluyen hacia el mar a través de solo diez grandes ríos como lo son el Ganges, Indo, Mekong, Nilo, Niger y Yangtsé entre muchos más.
Si sumamos el efecto invernadero producido por el CO2, la contaminación de los mares y las depredaciones tan auténticas que el género humano efectúa en las selvas y sabanas… deberemos considerarlo como el precio que pagamos en el mundo “civilizado y próspero” por ese espacio de confort de vivir en grandes ciudades y con pequeños lujos pero de graves y enormes consecuencias.
En alta mar, había un marinero…No faltará quien culpe a los marinos de contaminar las aguas donde se ganan la vida con su pesca artesanal.
Fuente y datos: National Geografic.
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