Es doloroso tanto para el propietario como para el veterinario decidir poner fin a la vida física de una mascota fiel y cariñosa.
¿Cuándo es la hora? Habrá quien sugiera “agotar recursos” y si no funcionan, decidir. Sin embargo éste es un consejo piadosamente lucrativo ya que numerosos casos para saber exactamente si queda algún recurso, obliga al desembolso de pequeñas fortunas en analíticas que van desde la ecografía hasta la resonancia magnética.
Un veterinario es la única persona que puede efectuar las maniobras de fin de la vida en animales. Si tiene experiencia suficiente (haber visto antes muchos casos y recordar sus finales) podrá con acierto aconsejar lo más lógico o necesario.
La condición legal y médica es que el procedimiento sea absolutamente libre de sufrimiento pudiendo su propietario estar o no presente.
Decidir cuándo en forma apresurada ante la vista de cuadros clínicos a veces dramáticos, es un error. En mis 41 años como veterinario, el haber esperado entre 48 y 72 horas ha significado que más de la mitad comenzaron a mostrar signos de recuperación y, de hecho se recuperaron y vivieron a veces varios años más sin problemas.
Otra cosa es cuando estamos frente a una mascota con claros signos incurables y donde el único presagio próximo es el dolor del animal y de su familia.
¿Y después qué hacemos con su cuerpo?
En Andalucía disponemos de servicios de cremación (incineración) homologados y de absoluta confianza que le darán un fin digno a sus restos. Existen en otras ciudades o países, cementerios generalmente privados, con un lugar para el recogimiento de la familia cuando hay que despedirse para siempre de estos fieles e incondicionales amigos como son el perro y el gato domésticos.
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