Ser fan de alguien significa que lo que esa persona realiza nos gusta mucho y seguimos su trayectoria profesional, incluso personal. Por ejemplo, cuando somos fans de un cantante, escuchamos su música, compramos sus discos y vamos a sus conciertos, puede también que investiguemos sobre su vida. Solemos ser fans de artistas, personas creativas y deportistas. La palabra fan resulta de la abreviatura de la palabra inglesa “fanatic”, es decir, fanático (vocablo que proviene del latín, “servidor del templo”).
Algo muy diferente es el fanatismo radicalizado ¿Cuándo alguien se convierte en un fanático? Cuando defiende a ultranza una idea o una serie de ideas de forma desmesurada. Una persona fanática entiende que su verdad es la única verdadera y no considera que pueda haber diferentes puntos de vista sobre ese tema, pudiendo llegar incluso a defender tales ideas de manera agresiva y cruel.
Los seres humanos venimos al mundo libres y limpios, puros en nuestros pensamientos. Es cierto que nuestra genética perfila nuestra personalidad y nuestra esencia, pero a raíz de todas las personas que nos rodean y de todas las situaciones que vamos viviendo se van forjando una forma de ser y una forma de actuar. Pero lo curioso de todo es que esa forma de actuar se inicia en un principio en las ideas que se van instalando en nuestra mente. Si pensamos en un niño o una niña recién nacidos vemos que en su mente no existen ideas sobre nada, ni sobre religión, ni sobre política ni sobre la sociedad que les rodea. Es su entorno y sus circunstancias personales quienes irán poniendo las semillas en su cerebro de aquello que se irá formando como ideas. Y de esas ideas, florecen luego esa personalidad y esa forma de actuar.
El problema surge cuando el ser humano, que suele tener un ego desmedido y piensa que es más importante de lo que realmente es, defiende sus ideas como verdades absolutas y quiere imponer tales ideas a los demás. Es por ello, que muchos seres humanos se unen y crean grupos para defender sus ideas con mayor vehemencia hasta extremos de lastimar y vulnerar los derechos humanos de otras personas.
Estas ideas suelen ser de carácter político, religioso, incluso social. Pero con todo lo inteligentes que se supone que somos los seres humanos seguimos cayendo una y otra vez a lo largo de la historia en los mismos problemas. Piensas que cosas que sucedieron en el pasado no volverán a suceder porque estamos rodeados de mucha información y creemos que también de más sensibilidad, pero siguen ocurriendo y seguirán ocurriendo…, puede que finalmente no seamos tan inteligentes como pensamos.
Realmente dejamos que las ideas valgan más que las personas. Es normal tener ideas diferentes sobre las cosas, pero cuando se traspasa la línea de lo mío es lo único bueno y no acepto lo que me dice el otro, ahí es cuando como seres humanos perdemos lo que nos hace grandes como especie, que es la empatía, el conocimiento y el enriquecimiento personal y social.
Aunque todas las culturas y sociedades están repletas de fanáticos de todo tipo existen diferentes niveles. En los casos más extremos la persona fanática se suele caracterizar por:
- Poseer ideas radicales y absolutistas. “Mi verdad es la única verdad”.
Baja tolerancia a la frustración. “Si no piensas o actúas como yo, te castigo”. - Escasa o nula empatía. “Lo que yo pienso es lo mejor, mis circunstancias son las que valen”.
- Agresividad. Suelen defender sus ideas de forma muy vehemente mostrando incluso enfado o ira.
- Pertenencia a un grupo de ideología similar. Las personas fanáticas se unen para ejercer mayor fuerza y presión social.
- Se valen también de la NO unión de las personas moderadas y de ahí adquieren un mayor poder.
Si nos colocamos en el lado opuesto para analizar el por qué una persona se vuelve fanática respecto a temas sociales, religiosos o políticos, suele originarse la mayoría de las veces por tener una vida difícil, ya sea en su infancia o adolescencia. Puede que en esos años y en los posteriores se hayan sentido injustamente tratados como grupo o colectivo. Puede que no hayan tenido un gran apoyo o armonía a su alrededor, o su familia o entorno hayan pasado por situaciones de problemas económicos o rechazo. Todo ello va generando ideas de poca empatía hacia los demás y de que ellos se merecen una vida mejor. Si además, se encuentran con élites que utilizan sus debilidades para su propio beneficio, ya tenemos los ingredientes que se necesitan para formar grupos de personas radicalizadas que no dudan en luchar fuertemente por lograr sus propósitos.
No debemos olvidar que la mayor parte de nosotros lo forman nuestras ideas. Esas ideas que están en nuestra mente. Debemos cuidar con tremendo esmero esa parte de nosotros porque de nuestras ideas y de la manera que tengamos de exponerlas y tratarlas depende un mundo mejor para uno mismo y para los demás.
“Cuando la voz de la razón se alce con más frecuencia contra el fanatismo, podrá entonces hacer más tolerantes a las generaciones futuras.”
( Federico II El Grande).
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