El pasado mes hablábamos de las excusas que suelen poner los niños y niñas para faltar a clase y encontrábamos entre ellas la propia inseguridad del pequeño. La inseguridad infantil es un tipo de miedo o temor que experimentan los niños o niñas ante cualquier hecho real o imaginario que implique fracasar, perder el amor o la atención de los padres o personas de especial referencia. El niño inseguro es un niño retraído, temeroso, un niño con miedo a fracasar, a perder la atención o el cariño de sus padres o adultos de referencia.
No confía en sí mismo/a, ni en sus habilidades ni cualidades, es un niño o niña que duda ante cualquier decisión que deba tomar, con un alto sentido del ridículo que le merma espontaneidad y frescura e impide hacer amigos o establecer relaciones personales duraderas y estables. Se trata de un niño con baja autoestima y poca tolerancia a la frustración, muy sensible a cualquier crítica y que suele rendirse a la primera ante cualquier contratiempo. Podemos encontrarnos ante un niño/a que:
- Duda mucho ante cualquier decisión que deba tomar.
- Borra o tacha mucho sus dibujos o ejercicios escolares.
- Muestra temor ante el error y prefiere inhibirse antes de fracasar.
- Es un niño con muchos miedos, impropios de su edad o mucho más intensos de lo que cabría esperar.
- o que tiene pesadillas o problemas para conciliar el sueño.
En definitiva es una personita falta de confianza en sí misma/o. Son muchos los niños y adolescentes que carecen de confianza en sí mismos y tener confianza en sí mism@ significa conocer nuestras posibilidades, creer en nuestras capacidades y estar seguro de ellas.
La confianza en sí mismo es un valor esencial para el niño, ya que es lo que le permitirá intentar cualquier cosa, aceptar desafíos y enfrentarse a nuevas situaciones sin angustiarse demasiado.
La confianza en sí mismo tiene un efecto estimulante en el niño: le da energía y el valor necesarios para adentrarse en la vida, enfrentarse a los aprendizajes, hacer amigos y conquistar, poco a poco, su autonomía. Frente a una dificultad, un niño que tiene confianza en sí mismo apostará por sus posibilidades de triunfar, se dirá que puede hacerlo.
El que carece de ella, tanto si es adolescente o niño, se encerrará en una predicción negativa y estará convencido de que va a fracasar. De ese modo, o no hará siquiera el intento, o encontrará a alguien que acepte el reto por él, o efectivamente fracasará. ¡Y eso sí que es una lástima!
Los elogios son el abono indispensable para lograr la confianza y hacerla crecer. Es lo que le dice al niño o niña que está sobre la buena pista, que ha escogido la estrategia adecuada para triunfar. Por eso no debemos dudar en felicitarle. Muchos adultos de hoy han recibido una educación en la que, ante todo, se señalaban los errores y se consideraban los logros como algo normal.
Las críticas también son necesarias, siempre que sean justas. Es mejor subrayar que su conducta no nos gusta o que no es admisible que decirle que es malo. Demasiados excesos verbales del tipo «¡Eres un desastre» o «¡Eres insoportable!» aunque pensemos que no tienen consecuencias porque los decimos en momentos de enfado- pueden acabar minando su autoestima. El amor lo arregla todo…
La falta de confianza en sí mism@, sin duda se relaciona con el miedo, el miedo al fracaso. Como padres, podemos poner un granito de arena para que la confianza de nuestros hijos crezca. ¿Cómo? Comunicándonos. Esto significa que hay una persona que habla y otra que escucha; si no podemos en ese momento. Se debe posponer la conversación. Con esto le hacemos ver a nuestr@s hijos/as, que valoramos lo que nos quieren comunicar y queremos dedicarles tiempo y espacio.
Para que la confianza aumente, nunca hay que comparar a nuestro hijo o hija con los otros niños o niñas. Si necesitamos la comparación, lo haremos, pero con él o ella misma.
¿Cómo era mi hijo hace 1 semana? ¿Cómo era hace un mes? ¿Cómo era hace 1 año, 5 años? Aquí es importante prestar atención juntos a las diferencias y al desarrollo, a los cambios que se están produciendo. La comparación de ellos con ellos mismos les va a hacer más conscientes del valor del camino que han hecho.
Debemos encontrar oportunidades para elogiarle por las cosas que hace bien, si nos lo proponemos, incluso si se lo proponemos a sus hermanos o hermanas mayores, seguro que se encuentran un sin fin de ocasiones para felicitarle por sus más diversas cualidades. Y sobre todo, no exijamos más de lo que son capaces de dar.
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