La bardana, también conocida como bardana común, bardana menor, lapa, pegotes, lamparones, cardo garbancero, etc. (Xanthium strumarium ssp.cabanillesi), es una planta herbácea (terófito escaposo), perteneciente a la familia Asteraceae, originaria de la región neártica (Norteamérica), que alcanza hasta 1 m de altura. Es una planta aromática y pubescente, robusta, cuyos tallos presentan líneas o puntos violáceos. Hojas de 5-20 x 4-19 cm, triangular-ovadas, de base cuneada y margen irregularmente lobado-dentado. Inflorescencias en capítulos axilares de dos tipos, unos femeninos ovoide-oblongos, con dos flores situadas dentro de un involucro, erizados de espinas uncinadas y con dos aguijones apicales, y otros masculinos globosos, caducos, que caen tras la liberación del polen; las flores masculinas flosculosas, de (1 ,8) 2-3 mm, amarillas, con anteras de 1,5-2 mm exertas y blancas, las flores femeninas apétalas.
Fruto en cipsela, aunque la unidad de dispersión es todo el conjunto de la inflorescencia femenina madura, incluyendo los involucros, que en estado fructífero aparecen armados de excrecencias espinosas o acúleos de base ancha, rectos y recurvados en el ápice, muy parecidas a las del arrancamoños (Xanthium spinosum), que ayudan a la dispersión .
Esta planta suele aparecer en cultivos de regadío, cunetas, deltas, cauces de agua y arenas litorales muy degradados, etc. Ocasionalmente forma una buvierta sobre el suelo en bosques de ribera abiertos, cauces intermitentes y playas, difundiéndose en terrenos húmedos removidos, a la orilla de los embalses o huertos y entre escombros, junto a desagües. También coloniza de forma dispersa gravas con el nivel freático muy cerca de la superficie. Florece de julio a septiembre. Su reproducción es exclusivamente sexual. La diseminación es zoócora, valiéndose de los ganchos de su cipsela para ser transportado por el pelo de mamíferos.
Es una planta adaptada a climas templados húmedos, de modo que no tolera las heladas, las sequías y las oscilaciones térmicas, haciéndola candidata a la invasión del litoral. Por otra parte, necesita suelos húmedos, aunque no tolera la sombra densa, tolerando el encharcamiento siempre que no sea prolongado. Esto explica su tendencia a colonizar suelos con nivel freático cerca de la superficie, como las riberas de ríos, embalses y canales de riego.
Entre los usos que ha tenido esta planta figura el forrajero para animales de granja como los cerdos, aunque las semillas revelaron ser tóxicas (al parecer por una hidroquinona), produciendo trastornos intestinales y neurológicos que pueden conducir a la muerte. Desde el punto de vista farmacológico ha destacado por su actividad hipoglicémica, relajante de la musculatura lisa, antipalúdica, antibiótica, etc. En Andalucía no tiene ningún uso, siendo considerada como una mala hierba.
Al parecer, esta planta entró en España en el siglo XIX, de forma accidental, como mala hierba escapada de jardines botánicos europeos donde se importó como curiosidad científica, desde donde se extendió a áreas naturales y agrosistemas. Su impacto es económico y, en menor medida, ecológico. Su capacidad invasora se debe a su rápido crecimiento y marcada tendencia a formar rodales densos monoespecíficos que compiten con las especies cultivadas y con otras arvenses, a las que puede desplazar si el grado de invasión es elevado; también desde el punto de vista ecológico, se ha observado en zonas riparias y deltaicas muy degradadas coexistiendo con especies como Phragmites australis o Tamarix spp., donde más que de impacto debe hablarse de presencia, y ésta es dispersa. Aunque no puede considerarse que su presencia suponga un riesgo para la biodiversidad andaluza, debe indicarse que su presencia en espacios agrícolas acarrea el empleo de herbicidas para su control, lo que supone un impacto añadido sobre el medio.
Según los sondeos esta especie no parece frecuente en Andalucía, donde ha penetrado claramente por todo el valle del Guadalquivir y algunos puntos dispersos de la costa atlántica, menos en la mediterránea, donde se ha localizado en el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. No obstante, debe indicarse que, por sus semejanzas con la subespecie X. strumarium subsp. strumarium, es posible que su presencia en Andalucía puede estar infraestimada.
Para su control se ha propuesto un tratamiento químico, con herbicidas. Este control sólo puede plantearse en parcelas agrícolas, y, la única posibilidad (a excepción de hallarse individuos aislados en un proceso de invasión incipiente, que pueden arrancarse manualmente) reside en el control mediante herbicidas habitualmente empleados en los cultivos que se ven afectados por esta especie. El nivel de dificultad se establece como bajo a escala de rodal o parcela, pasando a alto-muy alto a otras escalas. fuera de espacios agrícolas la presencia de la especie está totalmente ligada a situaciones de fuerte degradación, por lo que junto a la intervención para el control poblacional, el objetivo final a perseguir debe ser la recuperación medioambiental del espacio; por su escasa presencia en Andalucía y lo aparentemente localizado de sus poblaciones, puede resultar factible controlar (o tratar de erradicar) las poblaciones que se encuentren dentro o en las cercanías de enclaves de la RENPA situados en el litoral, pero antes de ello debe profundizarse en el estudio cartográfico de la especie en los espacios protegidos y sus inmediaciones.
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