La madera de nuestras casas no es actualmente un material abundante. Hemos sustituido las antiguas vigas de madera por vigas de hormigón armado, y los muebles, revestidos de materiales sintéticos, tienen una base que lo más que se parece a la madera es el serrín (los aglomerados). En estas condiciones es raro que tengamos como inquilino algún ejemplar de carcoma, una plaga que ha estado acompañando al ser humano desde la antigüedad, invadiendo todo lo que estuviera construido con madera, que antiguamente era casi todo. Su presencia se delata primero por el típico sonido que produce la larva al roer la madera, y luego por el polvillo (de roedura) que va saliendo del agujero de emergencia o salida del adulto.
Con el nombre de “carcoma” se alude a una gran cantidad de insectos, la mayoría de ellos escarabajos, que tienen como característica común la alimentación de sus respectivas larvas, a costa de la madera seca, es decir, son xilófagos. En realidad, estos animales viven perfectamente en el medio natural desarrollándose a partir de madera de árboles o ramas muertas, nunca vivas. Hay otro tipo de carcomas, llamadas barrenillos, que pueden atacar a los árboles vivos, pero principalmente bajo su corteza, caso que no es el que nos ocupa porque en nuestras viviendas la madera siempre será madera seca y por tanto muerta. El grupo de escarabajos que más cantidad de especies tiene especializadas en nutrir su larva con la madera seca es el de los Cerambícidos, uno de los grupos más llamativos de coleópteros, claramente distinguibles de los demás por sus largas antenas, que puede sobrepasar ampliamente el extremo final de su abdomen. De estas especies, se puede decir que la más asidua de nuestras viviendas es la carcoma doméstica (Hylotrupes bajulus), que constituye una de las plagas más importantes de la madera que forma parte de las estructuras de la vivienda, especializada en madera completamente seca, de las que se nutre principalmente de la parte exterior, es decir, de la albura.
El escarabajo adulto, que puede desarrollar su ciclo completo en maderas secas que se encuentra en el medio natural, sale de los troncos en la época más calurosa del verano, se aparea y la hembra empieza a poner sus huevos. Si logra entrar en una vivienda, la puesta la hace directamente sobre el artesonado de madera de la vivienda. Puede llegar a poner hasta 400 huevos y los deposita, con la ayuda de un largo oviscapto en el fondo de grietas de la madera. Los huevos hacen eclosión al cabo de unos 14 días y, como insecto holometábolo, desarrolla una metamorfosis, primero con varios estadios larvales que son los que realizan la operación de carcomida, realizando varias mudas a lo largo de un periodo que abarca más de dos años, aunque el periodo real de desarrollo y el tamaño final de la larva dependen de la temperatura y del contenido nutritivo de la madera. La duración media del periodo larvario es probablemente de 3-4 años, pero puede ser mucho más largo. La larva se alimenta principalmente de la albura y con frecuencia roe hacia fuera, dirigiéndose hacia la superficie, hasta que una capa delgada como el papel la separa del mundo exterior. Una vez completado el crecimiento de la larva, se prepara una cámara pupal en forma de capullo, que cierra con toscas astillas, royendo primero un agujero por donde el adulto, cuando esté formado, saldrá al exterior.
Al parecer, para que la larva acelere su desarrollo hasta el estado adulto se requieren temperaturas superiores a 25ºC, hecho que limita su presencia en países del norte de Europa, pero son condiciones que se dan en países del sur, como España. Su dispersión está facilitada por el hombre, unas veces infestándose en el mismo almacén de madera antes de adquirirla el constructor o bien a partir de cajas o muebles que han estado previamente almacenados en un desván que ya estaba infestado. Un estudio puso de relieve que esta carcoma encuentra como reservorio ideal los postes secos de madera de la luz, y de hecho no es infrecuente ver a adultos merodeando por estos postes, seguramente para hacer la puesta. En las casas prefieren las vigas del techo, entre otras razones porque su cercanía al techo les asegura una temperatura más alta, pero no desdeñan otras maderas que se puedan encontrar en la casa.
El agujero, el serrín y las astillas que la larva empuja a menudo hacia fuera son generalmente los primeros indicios visibles de un ataque de este escarabajo, aunque la verdadera infección puede haber tenido lugar varios años antes. Con todo, se debe prestar atención a los indicios antes de que el ataque llegue a ese punto. Acercándonos silenciosamente a un foco de infección, especialmente en un cálido día de verano, se podrá escuchar con bastante claridad el áspero sonido producido por las larvas mayores cuando están royendo.
Una vez detectada la presencia del insecto, se puede proceder a sanear la madera. Antes de iniciar el tratamiento, eliminaremos las capas de barniz con una lija. Después, la limpiaremos bien con un trapo. Con la madera ya preparada, primero introduciremos un producto en aerosol, con ayuda de una cánula, directamente en los orificios dejados por la carcoma. Después, aplicaremos un segundo producto con una paletina hasta empapar bien toda la superficie a tratar. Aislamos la zona con una película de plástico y dejamos que el tratamiento haga efecto durante varios días. Si el ataque de la carcoma ha sido muy fuerte y ha reblandecido algunas zonas de la madera, inyectaremos un producto endurecedor, mezcla de disolvente y resina. Con ayuda de una jeringuilla, rellenamos todas las cavidades y esperamos unos días hasta que el líquido se solidifique dentro.
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