Puesto a avanzar en el tema que nos ocupa, y habiendo hablado ya de la historia, los tipos de senderos, las señales y marcas que nos podemos encontrar, quizás el paso lógico siguiente podría ser en calificar de alguna manera la ruta a realizar, antes de decidirnos a ponernos en marcha.
Y para esto, existe una herramienta tipificada que unifica criterios y que nos va a ayudar a tomar la mejor elección.
Igual que hay sistemas o escalas para valorar la intensidad de un terremoto, el oleaje del mar o la fuerza del viento, para el senderismo nos apoyamos en el MIDE.
Es un método para validar la dificultad y compromiso de la excursiones. Crea una escala de graduación de las dificultades técnicas y físicas de los recorridos, permitiendo clasificarlos para una mejor información.
El MIDE valora de 1 a 5 puntos (de menos a más) cuatro aspectos cruciales en la practica del senderismo:
Evidentemente, y siendo conscientes de la subjetividad que podría conllevar su elaboración, existe un manual de procedimientos del que hacer uso donde se explica como se gradúan los distintos aspectos de dificultad y que debe seguir el informante.
Lo que pretende, en resumen, es poder contar con la información valiosa antes de planificar el recorrido a realizar, ya que amén de herramienta de prevención de accidentes en las excursiones, nos va a adelantar una idea de los que nos vamos a encontrar, y evitar en todo lo posible esas “sorpresas inesperadas” que hagan de nuestra actividad un éxito.
El camino que seguimos es, pensándolo bien, el que merecemos. Ugo Betti
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