-¿Qué hace el señor abogado por aquí tan temprano? ¿Te has caído de la cama? –preguntaron Pedro y Marina por el madrugón.
-Después de catorce horas durmiendo, vengo en busca de un buen desayuno para paliar mi apetito mañanero.
-Vas a tener suerte, mientras se hacía la masa el aceite se calentaba. En unos minutos tendrás un buen plato de masa frita. Puedes sentarte y te serviré una taza de chocolate.
-¡Qué sea doble! Y trae también un vaso de agua bien fría.
-¿Qué temperatura tendremos hoy?
Abrí el portátil y le dije: treinta y ocho de máxima y veinte de mínima.
-Espero que el repartidor de helados no me deje tirado, estos días he vendido muchísimos.
Tomé dos sorbos de chocolate y volví a abrir mi correo. Habían llegado cinco mensajes nuevos. La foto de uno de ellos me impacto nada más verla. Pertenecía a una joven rubia de pelo corto de diecinueve años de esa que salen en los anuncios de perfumes y casi nadie conoce. Carecía de currículum profesional, pero había escrito unas líneas muy interesantes.
Me llamo Vera, tengo diecinueve años y muchas ganas de trabajar. Domino un poco el inglés y el teclado del ordenador no tiene secretos para mí. El próximo curso pienso estudiar informática. Mi padre está en paro y sólo percibe la ayuda del estado, insuficiente para una familia de tres personas. Cuando llegan los recibos al banco, sólo hacemos una comida diaria. Necesito un trabajo como el comer, aunque debería decir: “para comer”. Por favor, no eche en saco roto esta solicitud.
En la parte de abajo venía su número de móvil y el fijo de su casa.
-¿Qué lees con tanto empeño? –preguntó Pedro al acercarse con el plato de churrros.
-¡Lee tu mismo ¡ -dije conmocionado por el texto leído.
Pedro leyó, quedándose pensativo. Cuando fui a mirarle a la cara había desaparecido, estaba en la cocina hablando con Marina.
-Vamos a matar dos pájaros de un tiro – dijo, regresando a mi mesa
-Sabes bien que no me gusta la cacería, odio la sangre, aunque sea de ave. –Creo que he solucionado el problema de tu chica. Mi hija Elena quiere los dos meses de verano de vacaciones. Desde que se casó, hace dos años, sólo ha disfrutado de un día de descanso a la semana.
Estuve a punto de abrazar a Pedro. La belleza de la rubia me había impresionado y su petición consternado.
-Mándale un e-mail por si le interesa el puesto de camarera, aunque sólo sean dos meses. Puede empezar a trabajar hoy, mañana es primero de mes. El alegrón que se va a llevar mi hija cuando se lo cuente.
-Yo creo que se alegrará más la chica por lo del empleo.
Mi mente comenzó a especular con la foto. Quise hacer una composición completa de la chica, pero no pude. El tronco y las extremidades que mi cerebro le colocó, no encajaban en su rostro. Me disgusté conmigo mismo.
Marina salió de la cocina limpiándose las manos con un paño de cocina y fue directamente a mi ordenador a ver la foto de la chiquilla.
-Es muy guapa, me recuerda a alguien, esperemos que sepa dr la talla.
-Te recuerda a las chicas que salen en navidades anunciando colonias. He intentado imaginármela completa y no he sido capaz de hacerlo.
-No tiene pinta de camarera.
-Mujer, bien sabes. Que las camareras no nacen, se hacen poco a poco.
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