Actualmente, la corrupción es uno de los temas que más preocupa a la población. Parece que no podemos escapar a políticos, que una vez que llegan al poder, olvidan su vocación inicial de ayudar al pueblo y se dejan atrapar por tramas de cobros ilegales y numerosos tratos de favor. ¿Es la corrupción algo que no se puede evitar? ¿todos los seres humanos son o pueden llegar a ser corruptos? Desde la psicología se ha estudiado este supuesto para dar mayor claridad a este tema.
La corrupción no es exclusiva de la especie humana, ya que se han evidenciado conductas corruptas en chimpancés, abejas e incluso hormigas. Entre los seres humanos, tampoco es exclusiva de los políticos ni de los empresarios, sino que afecta ampliamente a toda la sociedad.
Las personas suelen intentar sacar provecho de las situaciones para obtener alguna ganancia, ya sea material o emocional, es algo que ayuda a mejorar la supervivencia de la especie, pero a la vez, también
los seres humanos cuentan con mecanismos biológicos que dificultan los comportamientos deshonestos y el comportamiento no ético. Cuando engañamos o mentimos sentimos una excitación emocional, en menor o mayor medida, culpable de los malos sentimientos que emergen a posteriori. Casi todos nos hemos sentido mal tras decir una mentira o realizar un engaño, incluso nos alteramos a nivel fisiólogico, se nos acelera el corazón, sudamos, …pero mientras más repetimos o nos habituamos a una reacción emocional, más leves son sus efectos. Es decir, cuantas más veces mintamos o engañemos, menos negativamente nos sentiremos. La primera vez, te sientes mal pero a la décima vez que engañas estás tan habituado que apenas sientes malestar alguno.
¿Cómo podemos prevenir la corrupción? Una de las primeras claves, sería intentar ser inflexibles y no ceder ante ningún comportamiento corrupto para evitar la habituación y convertirlo en un comportamiento habitual.
Otra clave sería un mayor control. En 2014, la revista científica Frontiers in Behavioral Neuroscience publicó el resultado de un experimento en el que se simulaba una subasta y se podía sobornar al subastador para obtener mayores beneficios. Los resultados de este experimento concluyeron que los subastadores y sobornadores eran menos corruptos cuando sabían que podían ser observados. Si existe la posibilidad de que nos pillen, la probabilidad de ser corrupto disminuye.
Para explicar el por qué la corrupción está tan extendida, dando igual el país, la raza, la economía, la cultura, podríamos decir que es porque cuando observas que a tu alrededor hay gente que comete engaños o son corruptos y la mayoría de las veces sólo obtienen beneficios y muy pocas veces son castigados, te sientes un poco “panoli” por ser siempre el que paga los impuestos cuando toca y seguir las normas tal como deberían ser.
En el informe Mente, Sociedad y Conducta elaborado por el Banco Mundial, se menciona que en países donde la corrupción es una norma aceptada y no hay castigo ni sanción social para esta conducta, se puede llegar al extremo de que parte de la sociedad no respete e incluso se burle del funcionario honesto. Incluso, muchas de esas personas, que en forma privada son críticas con la corrupción, no se atreven a rebelarse contra el sistema para no ser aislados y tildados como diferentes o raros. Se conocen, además, casos de policías que fueron castigados tanto por sus colegas como por su entorno social por no aceptar sobornos, por elegir ser honestos y no violar la norma establecida.
En definitiva, parece que la corrupción es un tema complejo de abordar, que engloba características biológicas y evolutivas del ser humano y características sociales establecidas por las normas internas de cada sociedad. Para conseguir una sociedad menos corrupta deberíamos entender el funcionamiento del ser humano y así ir avanzando a largo plazo.
“Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”. Horacio (65 AC-8 AC) Poeta latino.
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